"¿Y será posible que aún me resista a entregarme del todo a vuestro amor y deseo? Oh, amado Jesús mío! Por vuestros merecimientos, heridme, prendedme, atadme, unidme todo a vuestro Corazón. Resuelvo en este día, ayudado de vuestra gracia, complaceros cuanto pudiere, pisoteando todos los respetos humanos, inclinaciones, repugnancias, todos mis gustos y comodidades que pudieran impedirme el contentaros por entero. Haced Vos, Señor mío, que así lo ejecute, de suerte que de hoy en adelante todas mis obras, sentimientos y afectos se conformen enteramente con vuestro beneplácito. ¡Oh, amor de Dios, arrojad de mi corazón los demás amores!¡Oh, María, mi esperanza, que con Dios todo lo podéis, alcanzadme la gracia de que sea hasta la muerte siervo fiel del puro amor a Jesús! Amén, amén. Así lo espero; así sea en esta vida y en la eternidad". San Alfonso María de Ligorio, Visitas al Santísimo Sacramento y a María Santísima, Visita 30.
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