Non nobis, Domine, non nobis, sed nomine tuo da gloriam. Psal 113, 9

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Santa humildad

“No he ayunado, no he velado, no he dormido en la desnuda tierra, pero me he humillado, e inmediatamente me ha salvado Aquel que corre, sobre todo, tras los despreciados…”. San Juan Clímaco.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Primeros pensamientos

“Es perfecta la oración del que ofrenda siempre sus primeros pensamientos a Dios”. San Nilo.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Comercio y unión del hombre con Dios

“La oración es, por esencia, el comercio y la unión del hombre con Dios; por su eficacia es la conservación del mundo, la reconciliación con Dios, la madre y, al mismo tiempo, la hija de las lágrimas, una expiación de los pecados, un baluarte contra las tentaciones, el muro de separación de las calamidades, la aniquilación de las guerras, una obra de ángeles, el alimento de todos los seres incorpóreos, la alegría del futuro, una acción sin fin, la fuente de las virtudes, el venero de los dones de la gracia, un progreso continuo invisible…”. San Juan Clímaco.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Sociedad según Dios

“No, venerables Hermanos –es necesario recordarlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual, en los cuales cada una se coloca como doctor y legislador-, no se construirá la sociedad de un modo diferente a como Dios la ha edificado; no se edificará la sociedad si la Iglesia no pone las bases y no dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventarse ni la ciudad nueva por edificarse en las nubes. Ella ha sido, ella es la civilización cristiana, es la ciudad católica. No se trata más que de instaurarla y restaurarla sin cesar, en sus cimientos naturales y divinos, contra los ataques siempre renacientes de la utopía malsana, de la rebelión y de la impiedad: “Omnia instaurare in Christo”. San Pío X, Carta “Nuestro cargo apostólico” del 25 de agosto de 1910.

martes, 10 de diciembre de 2013

Con celo ardiente

“Terrible a los demonios, pero amable a Dios y a los ángeles es el que, con celo ardiente, arranca de su interior las espinas que el enemigo plantó”. San Isaac de Nínive.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Buenos confesores

“Haya confesores idóneos y se logrará la reforma absoluta de todos los cristianos”. San Pío V.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Nunca dejará el Señor a sus amadores

"Para esto os han de aprovechar las virtudes que Dios os ha dado, para hacer con determinación y dar de mano a las razones del entendimiento y a vuestra flaqueza, y para no dar lugar a que crezca con pensar: “si será”, “si no será”, “quizá por mis pecados no mereceré yo que me dé fortaleza como a otros ha dado”. No es ahora tiempo de pensar vuestros pecados. Dejadlos aparte, que no es con sazón esa humildad. Es mala coyuntura...Tened por cierto que nunca dejará el Señor a sus amadores cuando por sólo El se aventuran". Santa Teresa de Jesús, O.C.D., Meditaciones sobre los Cantares, 3, 6.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Prepara un camino al Señor

"¡Qué grande, es el corazón del hombre! ¡Qué largo y qué capaz con tal, que sea puro! ¿Quieres tú conocer su grandeza y su largueza? Veas tú los amplios conocimientos divinos que abarca... Date cuenta que su grandeza no viene de su dimensión sino de la fuerza de pensamiento por la que es capaz de conocer tantas verdades... Ahora bien, si él no es pequeño, y si puede coger tantas cosas, puede preparar un camino al Señor y trazar una ruta derecha donde caminará la Palabra, la Sabiduría de Dios. Prepara un camino al Señor con buena conciencia, allana la ruta para que el Verbo de Dios camine en ti sin tropiezos y te dará el conocimiento de sus misterios y de su venida". Orígenes, Homilía 21 sobre San Lucas.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Dos milagros

"El paraíso, cerrado durante miles de años, ha sido abierto por la cruz “hoy”. Porque hoy Dios ha introducido en el paraíso al buen ladrón. Se realizan dos milagros: abre el paraíso para que entre un ladrón. Hoy, Dios nos ha devuelto a nuestra vieja patria, hoy nos ha reunido en la ciudad de nuestro origen, hoy ha abierto su casa a la humanidad entera. “Hoy estarás conmigo en el paraíso.” (Lc 23,43) ¿Qué dices, Señor, aquí? Estás crucificado, clavado ¿y prometes el paraíso?—Sí, para que aprendas cuál es mi poder en la cruz...".  San Juan Crisóstomo (c. 345- 407), sacerdote en Antioquia después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia, Homilía 1ª sobre la cruz y el buen ladrón, para el viernes santo, 2.

sábado, 30 de noviembre de 2013

No vacilemos en ayudar

"Dios nos colma de bienes espirituales, si queremos recibirlos: no vaciles en ayudar a los que lo necesitan. Da sobre todo al que te pide, y hasta antes de que te pida, dando incansablemente limosna de la doctrina espiritual... A falta de estos dones, proponle por lo menos servicios más modestos: dale de comer, ofrécele viejos vestidos, abastécele de medicinas, venda sus heridas, pregúntale por sus dificultades, enséñale la paciencia. Acércate sin temor. Ningún peligro te hará daño ni te contagiarás de sus enfermedades... Apóyate en la fe; que la caridad triunfe ante tus reticencias... No engañes a tus hermanos, no permanezcas sordo a sus llamadas, no los evites. Sois miembros de un mismo cuerpo (1Co 12,12s), aunque esté quebrantado por la maldad; igual que a Dios, "a ti se encomienda el pobre" (Sal. 9,35 Vulg)". San Gregorio Nacianceno, Sermón sobre el amor a los pobres.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Que cada hombre tome su cruz y le siga

"Puesto que nuestra Cabeza subió a los cielos, conviene que sus miembros (Col. 2,19) sigan a su Maestro, pasando por el mismo camino que Él escogió. Porque "¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?" (Lc 24,26). Debemos seguir a nuestro Maestro, tan digno de amor, Él, que llevó el estandarte de la cruz delante de nosotros. Que cada hombre tome su cruz y le siga; y llegaremos allí dónde él está. ¡Aunque vemos que muchos siguen los caminos de este mundo para obtener honores irrisorios, y para esto renuncian a la comodidad física, a su hogar, a sus amigos, exponiéndose a los peligros de la guerra - todo esto para adquirir bienes exteriores! Resulta lógico y plenamente justo que nosotros hagamos una renuncia total para adquirir el bien puro que es Dios, y que de este modo sigamos a nuestro Maestro...
No es raro encontrar hombres que desean ser testigos del Señor en la paz, es decir, que todo resulte según sus deseos. De buena gana quieren llegar a ser santos, pero sin cansancio, sin aburrimiento, sin dificultad, sin que les cueste nada. Desean conocer a Dios, gustarlo, sentirlo, pero sin que haya amargura. Entonces, ocurre que en cuanto hay que trabajar, en cuanto aparece la amargura, las tinieblas y las tentaciones, en cuanto no sienten a Dios y se sienten abandonados interna y externamente, sus bellas resoluciones se desvanecen. Estos no son verdaderos testigos, testigos como los que necesita el Salvador... ¡Ojalá podamos librarnos de este tipo de búsqueda que carece de trabajos, amarguras y tinieblas y encontremos la paz en todo tiempo, incluso en la desgracia! Es ahí solamente donde nace la verdadera paz, la que permanece". Juan Taulero, O.P., Sermón 21, 4º para la Ascensión

martes, 26 de noviembre de 2013

El remedio de la humildad

"Un médico vino entre nosotros para devolvernos la salud: nuestro Señor Jesucristo. Encontró ceguera en nuestro corazón, y prometió la luz "ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman" (1Co 2,9). La humildad de Jesucristo es el remedio a tu orgullo. No te burles de quien te dará la curación; sé humilde, tú por el que Dios se hizo humilde. En efecto, Él sabía que el remedio de la humildad te curaría, él que conoce bien tu enfermedad y sabe cómo curarla. Mientras que no podías correr a casa del médico, el médico en persona vino a tu casa... Viene, quiere socorrerte, sabe lo que necesitas.
Dios vino con humildad para que el hombre pueda justamente imitarle; Si permaneciera por encima de ti, ¿cómo habrías podido imitarlo? Y, sin imitarlo, ¿cómo podrías ser curado? Vino con humildad, porque conocía la naturaleza de la medicina que debía administrarte: un poco amarga, por cierto, pero saludable. Y tú, continúas burlándote de él, él que te tiende la copa, y te dices: "¿pero de qué género es mi Dios? ¡Nació, sufrió, ha sido cubierto de escupitajos, coronado de espinas, clavado sobre la cruz!" ¡Alma desgraciada! Ves la humildad del médico y no ves el cáncer de tu orgullo, es por eso que la humildad no te gusta...
A menudo pasa que los enfermos mentales acaban por agredir a sus médicos. En este caso, el médico misericordioso no sólo no se enfada contra el que le golpeó, sino que intenta cuidarle... Nuestro médico, Él, no temió perder su vida en manos de enfermos alcanzados por locura: hizo de su propia muerte un remedio para ellos. En efecto, murió y resucitó". San Agustín de Hipona, Sermón Delbeau 61, 14-18.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Dios nos pide que trabajemos

"Hoy no he convencido a mi auditorio, pero es posible que lo haga mañana, o dentro de tres o cuatro días o más adelante. El pescador que ha echado las redes inútilmente durante un día entero, a veces, al atardecer, antes de marcharse, recoge la pesca que no ha podido pescar durante la jornada. El labrador no deja de cultivar sus tierras, aunque durante algunos años no haya obtenido una buena cosecha, y por fin, a menudo, en un solo año repara todas las pérdidas anteriores.
Dios no nos pide que tengamos éxito, sino que trabajemos; ahora bien, nuestro trabajo no será menos recompensado por el hecho de que no se nos haya escuchado... Cristo sabía muy bien que Judas no se convertiría y, sin embargo, hasta el fin procuró que se convirtiera reprochándole sus faltas en términos conmovedores: «Amigo, ¿a qué has venido? » (Mt 26,50 griego). Ahora bien, si Cristo, el modelo de los pastores, ha trabajado hasta el fin por la conversión de un hombre desesperado, ¿qué es lo que no haremos por aquellos a quienes se nos manda que les esperemos siempre?". San Juan Crisóstomo, Homilía al volver del exilio, sobre la cananea.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Jesucristo, el verdadero médico

"Acojamos a nuestro Dios y Salvador, el verdadero médico, el único capaz de curar nuestras almas, él que tanto sufrió por nosotros. Llama sin cesar a la puerta de nuestro corazón para que le abramos y le dejemos entrar, para que descanse en nuestras almas, nos lave los pies y los envuelva de perfume y se quede con nosotros. En un lugar del evangelio, Jesús reprende a uno que no le había lavado los pies, y en otro lugar dice: “Mira que estoy llamando a la puerta; si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa...” (Ap 3,20) Por esto ha soportado tantos sufrimientos, ha entregado su cuerpo a la muerte y nos ha rescatado de la esclavitud: para venir a nosotros y morar en nosotros. 
Por esto, el Señor dice a los que en el día del juicio estarán a su izquierda, condenados al infierno: “Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me alojasteis; estaba desnudo y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis.” (Mt 25,42-43) Porque su alimento, su bebida, su vestido, su techo, su descanso están en nuestro corazón. De ahí que está llamando sin cesar, queriendo entrar. Acojámosle, pues, e introduzcámosle dentro de nosotros, ya que él es también nuestro alimento, nuestra bebida, nuestra vida eterna.
Y toda persona que no lo acoge ahora en su interior, para que ahí descanse, o mejor dicho, para que ella descanse en él, no heredará el Reino de los cielos con los santos; no podrá entrar en la ciudad celestial. Pero tú, Señor Jesucristo, danos poder entrar para gloria de tu nombre, junto con el Padre y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén". San Macario, Homilías espirituales 30,9.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Recapitulación de todas las cosas en Cristo

"Dios había prometido que del linaje de David saldría un rey eterno que recapitularía todas las cosas en sí mismo (Sal. 131,11; Ep 1,10). Lo que Dios modeló en el origen (Gn 2,7), lo recapituló... Igual que Adán, el primer hombre ha recibido su sustancia de una tierra intacta y todavía virgen...y fue modelado por la mano de Dios (Job 10,8), es decir, por el Verbo de Dios,... del mismo modo, de María virgen, el Verbo ha sido engendrado en el tiempo de forma apropiada para recapitular al primer Adán... ¿Por qué Dios no cogió para ello el barro como con Adán? ¿Por qué hizo surgir de María la obra que él había modelado? Es para que esta obra no fuera otra distinta de la primera, que fuera exactamente la misma, recapitulada, respetando toda la semejanza con el primer Adán. (Gn 1,27)
Los que creen que Cristo no ha recibido nada de la Virgen se equivocan. Para rechazar la herencia de la carne, rechazan también su semejanza... Otros diciendo que Cristo no se manifestó más que en apariencia, haciendo ver que era hombre, o que se hizo hombre sin tomar nada del hombre. Si no ha recibido su sustancia humana de ningún ser humano, entonces no se hizo hombre ni hijo de hombre. Y si no se hizo lo que somos nosotros, sus sufrimientos y sus penas no tenían ninguna importancia... El apóstol Pablo afirma claramente en la carta a los Gálatas 4,4: “Dios envió a su Hijo, nacido de mujer". San Ireneo de Lyon, Adversus haereses, III.

lunes, 18 de noviembre de 2013

No permanezcamos mudos

"En lo demás, hermanos, debemos procurar con el mayor cuidado que aquella Palabra que salió de la boca del Padre para nosotros por medio de la Virgen, no se vuelva vacía, sino que por mediación de Nuestra Señora devolvamos gracia por gracia. Mientras suspiramos por la presencia, fomentemos con toda nuestra atención su memoria, y así sean restituídas a su origen las corrientes de la gracia para que fluyan después más copiosamente...
Así, los que hacéis memoria del Señor, no guardeis silencio, no permanezcáis mudos, aunque, a la verdad, los que tienen presente al Señor no necesitan de exhortación, y aquellas palabras del profeta: alaba, Jerusalén, al Señor, alaba a tu Dios, Sión, más bien son de congratulación que de amonestación, pero porque los que caminan aún en la fe, necesitan de amonestación para que no callen y no respondan al Señor con el silencio, porque El hace oír su voz y habla palabras de paz para su pueblo y para sus santos y para todos aquellos que se vuelven a El de corazón(Sal. 84,9)... Por esto se dice en el salmo: Con el santo serás santo, y con el varón inocente, inocente, y oirá al que le oye y hablará al que le habla. De otra suerte le habrás dado silencio, si tú callas. Pero ¿si tú callas de qué? De la alabanza. No calléis, dice, y no le deis silencio hasta que establezca y ponga a Jerusalén y hasta que haga de ella la admiración de la tierra (Is 62, 6- 7). La alabanza de Jerusalén es gustosa y hermosa alabanza, a no ser que acaso juzguemos que los ciudadanos de Jerusalén se deleitan de las alabanzas mutuas y que se engañan recíprocamente con la vanidad.
Por eso aquello poco que deseas ofrecer, procura depositarlo en aquellas manos de María, graciosísimas y dignísimas de todo aprecio, a fin de que sea ofrecido al Señor, sin sufrir de El repulsa". San Bernardo de Claraval, doctor de la Iglesia, Sermón en la Natividad de María “El Acueducto”, §13, 18.

sábado, 16 de noviembre de 2013

La lucha presente

"El mar es el símbolo del mundo actual, agitado por la tempestad de los asuntos y la marejada de la vida caduca. La orilla firme es la figura del reposo eterno. Los discípulos trabajan en el mar ya que todavía siguen en la lucha contra las olas de la vida mortal. Pero nuestro Redentor, está en la orilla pues ya ha superado la condición de una carne frágil. Por medio de estas realidades naturales, Cristo nos quiere decir, a propósito del misterio de su resurrección: “No me aparezco ahora en medio del mar porque ya no estoy con vosotros en el bullicio de las olas”. (Mt 14,25) 
Por esto dice a los discípulos: “Cuando aún estaba entre vosotros ya os dije que era necesario que se cumpliera todo lo escrito sobre mí...” (cf Lc 24,44) De aquí en adelante, ya no estaba con ellos de la misma manera. Estaba allí, apareciendo corporalmente a sus ojos, pero... su carne inmortal distaba mucho de sus cuerpos mortales. Su cuerpo en la orilla, cuando ellos todavía navegaban por el mar, indica bien a las claras que él había superado aquel modo de existencia, pero que no obstante estaba con ellos". San Gregorio Magno, papa y doctor de la Iglesia, Homilías sobre el Evangelio, nº 24.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Oración de san Policarpo de Esmirna

“Señor, Dios todopoderoso, Padre de nuestro amado y bendito Jesucristo, Hijo tuyo, por quien te hemos conocido; Dios de los ángeles, de los arcángeles, de toda criatura y de todos los justos que viven en tu presencia: te bendigo, porque en este día y en esta hora me has concedido ser contado entre el número de tus mártires, participar del cáliz de Cristo y, por el Espíritu Santo, ser destinado a la resurrección de la vida eterna en la incorruptibilidad del alma y del cuerpo. ¡Ojalá que sea yo también contado entre el número de tus santos como un sacrificio enjundioso y agradable, tal como lo dispusiste de antemano, me lo diste a conocer y ahora lo cumples, oh Dios veraz e ignorante de la mentira! Por esto te alabo, te bendigo y te glorifico en todas las cosas por medio de tu Hijo amado Jesucristo, eterno y celestial Pontífice. Por él a ti, en unión con él mismo y el Espíritu Santo, sea la gloria ahora y en el futuro, por los siglos de los siglos. Amén”. Oración que hizo san Policarpo de Esmirna antes de su martirio, cf. Carta de la Iglesia de Esmirna, martirio de San Policarpo, cap. 14.

martes, 12 de noviembre de 2013

Oración mental

“No es otra cosa oración mental, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama”. Santa Teresa de Jesús O.C.D., Vida 8, 5.

domingo, 10 de noviembre de 2013

La oración pura

"De igual manera que toda la fuerza de la ley y los mandatos que Dios ha dado a los hombres se cumple en la pureza del corazón, como lo dijeron los padres, así también todos los modos y maneras por los cuales los hombres rezan a Dios se cumplen en la oración pura. Los gemidos, las prosternaciones, las súplicas, los lamentos, todas las formas que puede tomar la oración tienen en efecto su fin en una oración pura... La reflexión no tiene nada más que lo que tiene: ni oración, ni movimiento, ni lamento, ni poder, ni libertad, ni súplica, ni deseo, ni placer de lo que espera en esta vida o en el mundo venidero; después de la oración pura, no hay otra oración... Más allá de este límite, está la admiración, no hay más oración; la oración cesa, y comienza la contemplación... La oración es la semilla, y la contemplación, la cosecha de las gavillas. El segador se maravilla de ver lo indecible: ¿cómo a partir de pequeños granos desnudos que sembró, pudieron crecer de repente ante él tales espigas florecientes? La vista de su cosecha le quita todo movimiento... Lo mismo que apenas se encuentra un hombre entre varios millares para cumplir un poco mejor los mandatos y las normas de la Ley y alcanzar la pureza del alma, de igual manera sólo se encuentra un hombre de cada mil que sea digno de alcanzar con mucha vigilancia la oración pura, de atravesar el límite y de descubrir este misterio. Porque no es dado a muchos, sino a poco, el conocer la oración pura". Isaac el Sirio, Discursos ascéticos, serie 1ª, n° 32.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Leer las palabras de Dios

"Que Cristo os ayude, hermanos muy amados, a acoger siempre la lectura de la palabra de Dios con un corazón ávido y sediento. Así vuestra fiel obediencia os llenará de gozo espiritual. Mas, si vosotros queréis saborear la dulzura de las santas Escrituras y aprovecharos como es debido de los preceptos divinos, debéis sustraeros durante algunas horas a vuestras preocupaciones materiales. Volved a leer las palabras de Dios en vuestras casas, dedicaos enteramente a su misericordia. Así lograréis que se realice en vosotros eso que está escrito del hombre dichoso: «Meditará día y noche la ley del Señor» (Sl 1, 2) y también: «Dichosos los que escrutan sus mandatos, los que le buscan con sincero corazón» (Sl 118, 2). 
Los buenos comerciantes no buscan sacar beneficios de una sola mercancía sino de muchas. Los agricultores buscan un mayor rendimiento sembrando diversas clases de semillas. Vosotros, que buscáis beneficios espirituales, no os contentéis escuchando sólo en la iglesia los textos sagrados. Leed esos textos en vuestras casas; cuando los días son cortos, aprovechad las largas veladas. Y así podréis acumular un fermento espiritual en los graneros de vuestro corazón y dejar bien colocado el tesoro de vuestras almas, las perlas preciosas de las Escrituras". San Cesareo de Arles, Sermón al pueblo, nº 7, 1.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Grande determinación

“Digo que importa mucho y el todo una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar a ella (a beber el agua de la vida), venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabájese lo que se trabajare, murmure quien murmurare, siquiera se llegue allí, siquiera se muera en el camino…, siquiera se hunda el mundo”. Santa Teresa de Jesús O.C.D., Camino 21, 2.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Oración

“La oración prolongada es madre de la oración regalada”. San Pedro de Alcántara.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Signo evidente

“La soberbia es un signo evidentísimo de reprobación” San Gregorio Magno, Morales L. 34, n. 56.

jueves, 31 de octubre de 2013

Amor y deseo

“De tal maestro como quien nos enseñó esta oración y con tanto amor y deseo que nos aprovechase, nunca Dios quiera que no nos acordemos de El muchas veces cuando decimos la oración, aunque por ser flacos no sean todas. Pues cuanto a lo primero, ya sabéis que enseña Su Majestad que sea a solas; que así lo hacía El siempre que oraba, y no por su necesidad, sino por nuestro enseñamiento. 
Ya esto dicho se está que no se sufre hablar con Dios y con el mundo, que no es otra cosa estar rezando y escuchando por otra parte lo que están hablando, o pensar en lo que se les ofrece sin más irse a la mano; salvo si no es algunos tiempos que, o de malos humores -en especial si es persona que tiene melancolía- o flaqueza de cabeza, que aunque más lo procura no puede, o que permite Dios días de grandes tempestades en sus siervos para más bien suyo, y aunque se afligen y procuran quietarse, no pueden ni están en lo que dicen, aunque más hagan, ni asienta en nada el entendimiento, sino que parece tiene frenesí, según anda desbaratado. Y en la pena que da a quien lo tiene, verá que no es a culpa suya. Y no se fatigue, que es peor, ni se canse en poner seso a quien por entonces no le tiene, que es su entendimiento, sino rece como pudiere; y aun no rece, sino como enferma procure dar alivio a su alma: entienda en otra obra de virtud. Esto es ya para personas que traen cuidado de sí y tienen entendido no han de hablar a Dios y al mundo junto. Lo que podemos hacer nosotros es procurar estar a solas, y plega a Dios que baste, como digo, para que entendamos con quién estamos y lo que nos responde el Señor a nuestras peticiones. ¿Pensáis que está callado? Aunque no le oímos, bien habla al corazón cuando le pedimos de corazón”. Santa Teresa de Jesús, Camino de Perfección, c. 24.

martes, 29 de octubre de 2013

Verdadera devoción

“El verdadero devoto de la Virgen se salva”. San Alfonso María de Ligarlo, La Monja Santa, cap. XXI.

domingo, 27 de octubre de 2013

La vida común

“La institución de la vida común está avalada y se apoya sobre un estimable, firme y sólido principio de autoridad. La Iglesia primitiva fue fundada sobre el esquema de la vida común; la infancia de la Iglesia naciente tiene su origen en la vida común. La vida común recibió de los mismos apóstoles el peculiar modelo de su existencia, su timbre de honor, el privilegio de su dignidad, el testimonio de su autoridad, su abogado defensor, la firmeza de su esperanza. Siendo muchos, somos un solo cuerpo, pero cada miembro está al servicio de los demás miembros. Un mismo espíritu anima todo nuestro cuerpo a través de los miembros, junturas y ligamentos, armonizándolos entre sí, armonía que contribuye a la conservación de la misma unidad del espíritu; este espíritu conserva a los miembros en la mutua obsequiosidad y la paciencia mutua. Amadísimos hermanos en Cristo, ¿a qué nos están invitando estos ejemplos sino a la mutua paciencia, a la mutua humildad, a la caridad mutua? ¿No es verdad que Dios grabó en nosotros la ley de su amor, que nos enseña a conocemos? El que nos dio el precepto, nos otorgue también su bendición, nos confirme en la integridad de nuestro corazón y con el discernimiento de nuestras acciones nos guíe por el camino de la paz, a fin de mantener la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz, para conservar el amor de Dios en el amor al prójimo. Si unánimes y concordes amamos a Dios de acuerdo con la pureza de nuestra profesión, es indudable que el amor de Dios se derrama en nuestros corazones con el Espíritu Santo. Y el único Espíritu de Dios nos vivifica como a un solo cuerpo, de modo que ninguno de nosotros viva para sí, sino para Dios; y a fin de que todos nosotros conjuntamente vivamos, por el único Espíritu que habita en nosotros, en la unidad del Espíritu. Esta unidad de espíritu que hallamos en nosotros gracias a la caridad de Dios, la conservamos mediante el amor al prójimo, que a la vez nos radica en el amor a Dios; y permaneciendo en este amor, estemos en Dios y Dios en nosotros. Así pues, mediante el amor al prójimo, como por un nexo de amor y un vínculo de paz, se mantiene y conserva en nosotros el amor de Dios y la unidad del Espíritu. Pues el que no ama al hermano se aparta de la unidad del Espíritu, no ama a Dios ni vive del Espíritu de Dios, sino de su espíritu, como quien vive ya para sí y no para Dios. Al amor del prójimo pertenece la comunión, y donde el amor es pleno, también es plena la comunión. Comunión plena es sólo aquella en que se ponen en común todas las cosas, como está escrito: Lo tenían todo en común. Pero lo que sigue: Lo repartían entre todos según la necesidad de cada uno, puede plantearnos este interrogante: ¿Hasta qué punto lo tenían todo en común cuando cada cual poseía algo en propiedad? Y el Apóstol hace todavía más problemática la cuestión cuando afirma: En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común; y, cada uno tiene el don particular que Dios le ha dado; unos uno y otros otro. Y de nuevo: Hay diversidad de dones, hay diversidad de ministerios, hay diversidad de funciones. ¿Cómo puede haber comunión en plenitud allí donde hay tanta diversidad de carismas, donde cada uno posee su propio don? Por tanto, quien haya recibido de Dios su don particular, pórtese de modo que no lo tenga sólo para sí, sino para Dios y para el prójimo: para Dios, de manera que no usufructúe el don de Dios para su personal exaltación, sino para gloria de Dios; para el prójimo, de modo que atienda siempre la común utilidad y no la propia. La caridad no busca su propio interés, sino el de Jesucristo”. Balduino de Cantorbery, Tratado 15 sobre la vida cenobítica

viernes, 25 de octubre de 2013

El premio preparado a la caridad

“Recordemos, hermanos, las palabras del Señor: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian. Ved cómo el Señor nos manda envolver en nuestra caridad hasta a los mismos enemigos; la benevolencia de nuestro corazón cristiano ha de llegar hasta nuestros perseguidores. Y ¿cuál será la recompensa de tan arduo trabajo?, ¿cuál el premio prometido a los que pongan en práctica este precepto? Que nos demuestre el premio preparado a la caridad, quien gratuitamente, por medio del Espíritu Santo, se ha dignado infundirla en nuestros corazones; que él mismo nos diga lo que en pago a esta caridad está dispuesto a dar a los dignos, él que se ha dignado derramar esta misma caridad en los indignos.
Los que amaron a sus enemigos e hicieron el bien a los que los aborrecen serán hijos de Dios. Lo que recibirán estos hijos de Dios, nos lo aclara san Pablo: Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y si somos hijos, también herederos, herederos de Dios y coherederos con Cristo.
Escuchad, pues, cristianos; escuchad, hijos de Dios; escuchad herederos de Dios y coherederos con Cristo. Para que podáis entrar en posesión de la herencia paterna, no sólo habéis de amar a los amigos, sino también a los enemigos. A nadie neguéis la caridad, que es el patrimonio común de los hombres buenos. Ejercitadla todos conjuntamente, y para que podáis hacerlo con mayor plenitud, extendedla a todos, buenos y malos. Su posesión es la herencia común de los buenos, herencia no terrena, sino celestial. La caridad es un don de Dios. La codicia, por el contrario, es un lazo del diablo; y no sólo un lazo, sino una espada. Con ella caza a los desgraciados, y con ella, una vez cazados, los asesina. La caridad es la raíz de todos los bienes, la codicia es la raíz de todos los males.
La codicia nos atormenta continuamente, pues nunca está satisfecha de sus rapiñas. En cambio, la caridad siempre está alegre, porque cuanto más tiene, tanto más da. Por eso, así como el avaro cuanto más acumula, tanto más se empobrece, el caritativo se enriquece en la medida en que da. Se agita la codicia queriendo vengar la injuria; está tranquila la caridad en el gozo que siente al perdonar la injuria recibida. La codicia esquiva las obras de misericordia, que la caridad practica alegremente. La codicia procura hacer daño al prójimo, el amor no hace mal a nadie. Elevándose, la codicia se precipita en el infierno; humillándose, la caridad sube al cielo.
Y ¿cómo podría, hermanos, hallar la expresión adecuada para trenzar el elogio de la caridad, que ni está aislada en el cielo ni en la tierra está jamás abandonada? Efectivamente, en la tierra se alimenta con la palabra de Dios, y en el cielo se sacia con esta misma palabra divina. En la tierra se halla rodeada de amigos, y en el cielo goza de la compañía de los ángeles. Trabaja en el mundo, descansa en Dios. Aquí día a día se va perfeccionando con el ejercicio; allí es poseída sin límites en su misma plenitud”. San Fulgencio de Ruspe, Sermón 5.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Pater noster

“Mirad que perdéis un gran tesoro y que hacéis mucho más con una palabra de cuando en cuando del Pater noster, que con decirle muchas veces aprisa; estad muy junto a quien pedís, no os dejará de oír; y creed que aquí es el verdadero alabar y santificar su nombre”. Santa Teresa, Camino de perfección, 31, 13.

lunes, 21 de octubre de 2013

Confianza en Dios

“Quien confía en Dios no teme al demonio”. Tertuliano, Tratado sobre la oración, 8.

sábado, 19 de octubre de 2013

No temas

“Nuestro Señor tiene un continuo cuidado de los pasos de sus hijos, es decir, de aquellos que poseen la caridad, haciéndoles caminar delante de Él, tendiéndoles la mano en las dificultades. Así lo declaró por Isaías: Soy tu Dios, que te toma de la mano y te dice: No temas, Yo te ayudaré (Is41, 13). De modo que, además de mucho ánimo, debemos tener suma confianza en Dios y en su auxilio, pues, si no faltamos a la gracia, Él concluirá en nosotros la buena obra de nuestra salvación, que ha comenzado”. San Francisco de Sales, Tratado del amor de Dios, III, 4.

jueves, 17 de octubre de 2013

Ser capaz de Dios

“Yo y el Padre, dice el Hijo, vendremos a él, esto es, al hombre santo, y haremos morada en él. Pienso que no de otro cielo hablaba el profeta cuando dijo: Aunque tú habitas en el santuario, esperanza de Israel. Y más claramente el Apóstol: Que Cristo habite por la fe en nuestros corazones.
Nada tiene de extraño que el Señor Jesús habite gustoso en este cielo, toda vez que no lo creó, como a los demás con un simple «hágase», sino que luchó por conquistarlo, murió para redimirlo. Por eso, después de la fatiga, dijo con mayor deseo: Esta es mi mansión por siempre aquí viviré, porque la deseo. Dichosa el alma a la que dice el Señor: «Ven amada mía, y pondré en ti mi trono». ¿Por qué te acongojas ahora, alma mía, por qué te me turbas? ¿Piensas también tú encontrar en ti un lugar para el Señor? Pero, ¿qué lugar hay en nosotros que podamos considerar idóneo para semejante gloria, adecuado para tal majestad? ¡Ojalá fuera digno de postrarme ante el estrado de sus pies! ¡Quién me concediera seguir siquiera las pisadas de cualquier alma santa, que Dios se escogió como heredad! Sin embargo, si se dignara infundir también en mi alma el óleo de su misericordia, de modo que yo mismo pudiera decir: Correré por el camino de tus mandatos, cuando me ensanches el corazón, quizá podría también yo mostrarle en mí mismo, si no una sala grande arreglada, donde pueda sentarse a la mesa con sus discípulos, sí al menos un lugar donde pueda reclinar su cabeza.
Después, es necesario que ella (es decir, el alma) crezca y se dilate, para que sea capaz de Dios. Porque su anchura es su amor, como dijo el Apóstol: Ensanchaos en la caridad. Pues si bien el alma, por ser espíritu, no es susceptible de cuantidad extensa, sin embargo, la gracia le concede lo que la naturaleza le niega. Y así, crece y se extiende, pero espiritualmente. Crece y progresa hasta llegar al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud; crece también hasta formar un templo consagrado al Señor.
Así que la grandeza de cualquier alma se estima por la medida de la caridad que posee, de modo que la que posee mucha es grande; la que poca, pequeña; y la que ninguna, nada. Pues como dice Pablo: Si no tengo caridad, no soy nada”. San Bernardo de Clairvaux, Sermón 27 sobre el Cantar de los cantares.

martes, 15 de octubre de 2013

Amigo verdadero

“Que en veros junto a mí he visto todos los bienes. No me ha venido trabajo que, mirándoos a vos cual estuvieres delante de los jueces, no se me haga bueno sufrir. Con tan buen amigo presente, con tan buen capitán que se puso en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir. Es ayuda y esfuerzo: nunca falta; es amigo verdadero”. Santa Teresa de Jesús O.C.D., Vida 22, 6.

domingo, 13 de octubre de 2013

La dignidad de hijos de Dios

"Una vez llegados a la dignidad de hijos de Dios, nos abrasará la ternura que mora en el corazón de todos los verdaderos hijos; y, sin pensar más en nuestros propios intereses, solo tendremos celo por la gloria de nuestro Padre. Le diremos: Santificado sea tu nombre, atestiguando así que su gloria constituye todo nuestro deseo y nuestra alegría". Casiano, Colaciones, 9, 18.

viernes, 11 de octubre de 2013

Insistir en muchos caminos

“Muchos son, en efecto, los caminos del Señor, siendo así que él mismo es el camino. Pero, cuando habla de sí se denomina a sí mismo «camino», y muestra la razón de llamarse así cuando dice: Nadie va al Padre sino por mí. Ahora bien, si hablamos de los profetas y de sus escritos que nos conducen a Cristo, entonces los caminos son muchos, aun cuando todos convergen en uno. Ambas cosas resultan evidentes en el profeta Jeremías, quien en un mismo pasaje se expresa de esta manera: Paraos en los caminos a mirar, preguntad por la vieja senda: «¿Cuál es el buen camino?», seguidlo.
Hay que interesarse, por tanto, e insistir en muchos caminos, para poder encontrar el único que es bueno, ya que, a través de la doctrina de muchos, hemos de hallar un solo camino de vida eterna. Pues hay caminos en la ley, en los profetas, en los evangelios, en los apóstoles, en las diversas obras de los mandamientos, y son dichosos los que andan por ellos, en el temor de Dios.
Pero el profeta no trata de las cosas terrenas y presentes: su preocupación se centra sobre la dicha de los que temen al Señor y siguen sus caminos. Pues los que siguen los caminos del Señor comerán del fruto de sus trabajos. Y no se trata de una manducación del cuerpo, toda vez que lo que ha de comerse no es corporal. Se trata de un manjar espiritual que alimenta la vida del alma: se trata de las buenas obras de la bondad, la castidad, la misericordia, la paciencia, la tranquilidad. Para ejercitarlas, debemos luchar contra las negativas tendencias de la carne. El fruto de estos trabajos madura en la eternidad: pero previamente hemos de comer aquí y ahora el trabajo de los frutos eternos, y de él ha de alimentarse en esta vida corporal nuestra alma, para conseguir mediante el manjar de tales trabajos el pan vivo, el pan celestial de aquel que dijo: Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo”. San Hilario de Poitiers, Tratado sobre el salmo 127.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Oración para obtener humildad

“Oh Jesús, cuando erais peregrino en la tierra dijisteis: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis el descanso de vuestras almas.” (Mt 11,29) Si, poderoso Monarca de los cielos, mi alma halla el descanso al ver cómo os abajáis, vistiendo forma y naturaleza de esclavo, hasta lavar los pies de vuestros apóstoles. Entonces me acuerdo de estas palabras que pronunciasteis para enseñarme a practicar la humildad: “Ejemplo os he dado, para que lo que yo he hecho lo hagáis también vosotros. No es mayor el discípulo que el Maestro...Si comprendéis estas cosas, seréis felices practicándolas.” Comprendo, Señor, estas palabras, salidas de vuestro corazón manso y humilde, y con la ayuda de vuestra gracia quiero practicarlas...
Nadie tenía, Amado mío, este derecho respecto a vos, y sin embargo, obedecisteis, no solo a la Santísima Virgen y a san José, sino también a vuestros verdugos. Ahora os veo colmar la medida de vuestros anonadamientos en la Hostia. ¡Con qué humildad, oh divino Rey de la gloria, os sometéis a vuestros sacerdotes, sin hacer distinción alguna entre los que os aman y los que son, por desgracia, fríos y tibios en vuestro servicio! ...Estáis siempre pronto a descender del cielo a su llamada...
Pero conocéis, Señor, mi debilidad; cada mañana tomo la resolución de practicar la humildad, y por la noche reconozco haber cometido muchas faltas de orgullo. Al ver esto, me tienta el desaliento, pero sé que el desaliento es también orgullo. Quiero, por tanto, Dios mío, fundar mi esperanza sólo en vos. Puesto que todo lo podéis, dignaos hacer nacer en mi alma la virtud que deseo. Para obtener esta gracia de vuestra infinita misericordia, os repetiré muchas veces: “Jesús manso y humilde de corazón, haced mi corazón semejante al vuestro”. Santa Teresita del Niño Jesús, O.C.D., Oración para obtener la humildad.

lunes, 7 de octubre de 2013

Ojos del alma

“El amor a las sombras hace a los ojos del alma más débiles e incapaces para llegar a ver el rostro de Dios. Por eso, el hombre mientras más gusto da a su debilidad más se introduce en la oscuridad”. San Agustín, Del libre albedrío.

sábado, 5 de octubre de 2013

Cristo muy llagado

“Entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allí a guardar (...). Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía y arrojéme cabe Él con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle”. Santa Teresa de Jesús, O.C.D., Vida, 9, 1.

jueves, 3 de octubre de 2013

Sed de Dios

“La sed que tengo es de llegar a ver el rostro de Dios; siento sed en la peregrinación, siento sed en el camino; pero me saciaré a la llegada”. San Agustín, Comentarios a los Salmos, 41, 5.

martes, 1 de octubre de 2013

Invito al lector al gemido de la oración

“Por eso primeramente invito al lector al gemido de la oración por medio de Cristo crucificado, cuya sangre nos lava las manchas de los pecados, no sea que piense que le basta la lección sin la unción, la especulación sin la devoción, la investigación sin la admiración, la circunspección sin la exultación, la industria sin la piedad, la ciencia sin la caridad, la inteligencia sin la humildad, el estudio sin la gracia, el espejo sin la sabiduría divinamente inspirada”. San Buenaventura O.F.M., Itinerarium mentis in Deum, Prólogo, 4.

domingo, 29 de septiembre de 2013

La corona de la victoria

“La corona de la victoria no se promete sino a los que luchan. En la divinas Escrituras vemos que, con frecuencia, se nos promete la corona si vencemos. Pero para no ampliar demasiado las citas, bastará recordar lo que claramente se lee en el apóstol San Pablo: terminé la obra, consumé la carrera, conservé la fe, ya me pertenece la corona de justicia 1. Debemos, pues, conocer quién es el enemigo, al que si vencemos seremos coronados. Ciertamente es aquel a quien Cristo venció primero, para que también nosotros, permaneciendo en Él, le venzamos. Cristo es realmente la Virtud y la Sabiduría de Dios, el Verbo por quien fueron creadas todas las cosas, el Hijo Unigénito de Dios, que permanece inmutable siempre sobre toda criatura. Y si bajo Él está la criatura, incluso la que no pecó, ¿cuánto más lo estará toda criatura pecadora? Si bajo Él están los santos ángeles, mucho más los estarán los ángeles prevaricadores cuyo príncipe es el diablo. Pero como el diablo defraudó nuestra naturaleza, el Hijo único de Dios se dignó tomar esa misma naturaleza, para que, por ella misma, el diablo fuera vencido. Así, Él, que tuvo siempre sometido al diablo, le sometió también a nosotros. A él se refiere cuando dice: el príncipe de este mundo ha sido arrojado fuera. No porque fuera expulsado del mundo, como dicen algunos herejes, sino que fue arrojado del alma de los que viven unidos al Verbo de Dios y no aman al mundo del que él es el príncipe porque domina a los que aman los bienes temporales que se poseen en este mundo visible. No quiero decir que él sea el dueño de este mundo, sino que es el príncipe de las concupiscencias con las que se codicia todo lo pasajero. Así, somete a los que aman los bienes caducos y mudables y se olvidan del Dios eterno. Pues: raíz de todos los males es la codicia, a la que algunos amaron y se desviaron de la fe, y, así, se acarrearon muchos sufrimientos 4. Por esta concupiscencia reina el diablo en el hombre y posee su corazón. Esos son los que aman este mundo. Pero se renuncia al diablo, que es el príncipe de este mundo, cuando se renuncia a las corruptelas, a las pompas y a los ángeles malos. Por eso, el Señor, al llevar en triunfo la naturaleza humana, dice: Sabed que yo he vencido al mundo”. San Agustín, El combate cristiano.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Sacrificio agradable

“La única causa de mi muerte es mi celo por la Iglesia de Dios, que me devora y consume. ¡Acepta, Señor, el sacrificio de mi vida por el Cuerpo místico de tu santa Iglesia!". Santa Catalina de Siena.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

No andaba el espíritu señor, sino esclavo

“En la oración pasaba gran trabajo, porque no andaba el espíritu señor, sino esclavo, y así no me podía encerrar dentro de mí, que era el modo de proceder que llevaba en la oración, sin encerrar conmigo mil vanidades”. Santa Teresa de Jesús O.C.D., Vida 7, 17.

lunes, 23 de septiembre de 2013

La oración es...

“La oración es la elevación de la mente a Dios y petición de todas las cosas convenientes”. Santo Tomás de Aquino O.P., De fide ort., Lib. III, cap. 24.

sábado, 21 de septiembre de 2013

¿En qué os entretenéis?

“¡Oh almas criadas para esas grandezas y para ellas llamadas!, ¿qué hacéis?, ¿en qué os entretenéis? Vuestras pretensiones son bajezas y vuestras posesiones miserias. ¡Oh miserable ceguera de los ojos de vuestra alma, pues para tanta luz estáis ciegos y para tan grandes voces sordos, no viendo que, en tanto que buscáis grandezas y glorias, os quedáis miserables y bajos, de tantos bienes hechos ignorantes e indignos!”. San Juan de la Cruz, Cántico espiritual, Canción 39, 7.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Dios sigue hablando

“Dios nos sigue hablando hoy como hablaba en otros tiempos a nuestros padres, cuando no había ni directores espirituales ni métodos. El cumplimiento de las órdenes de Dios constituía toda su espiritualidad. Ésta no se reducía a un arte que necesitase explicarse de un modo sublime y detallado, y en el que hubiese tantos preceptos, instrucciones y máximas, como parece exigen hoy nuestras actuales necesidades. No sucedía a así en los primeros tiempos, en que había más rectitud y sencillez. Entonces se sabía únicamente que cada instante trae consigo un deber, que es preciso cumplir con fidelidad, y esto era suficiente para los hombres espirituales de entonces. Fija su atención en el deber de cada instante, se asemejaban a la aguja que marca las horas, correspondiendo en cada minuto al espacio que debe recorrer. Sus espíritus, movidos sin cesar por el impulso divino, se volvían fácilmente hacia el nuevo objeto que Dios les presentaba en cada hora del día”. Jean Pierre de Caussade, El Abandono en la Divina Providencia, cap. 1.

martes, 17 de septiembre de 2013

Qué rica ganancia

“Leamos constantemente la Pasión del Señor. ¡Qué rica ganancia, cuánto provecho sacaremos! Porque al contemplarle sarcásticamente adorado, con gestos y con acciones, y hecho blanco de burlas, y después de esta farsa abofeteado y sometido a los últimos tormentos, aun cuando fueres más duro que una piedra, te volverás más blando que la cera, y arrojarás toda soberbia de tu alma”. San Juan Crisóstomo, Homilías sobre San Mateo, 87, 1.

domingo, 15 de septiembre de 2013

De Dios o del mundo

“¡Oh, buen Dios! ¡Qué triste vida lleva el que quiere agradar al mundo y a Dios! ¡No amigo, te engañas. Fuera de que vivirás siempre infeliz, no has de conseguir nunca complacer a Dios y al mundo; es cosa tan imposible como poner fin a la eternidad. Oye un consejo que voy a darte, y serás menos desgraciado: entrégate enteramente a Dios o al mundo; no busques ni sigas más que a un amo; pero una vez escogido, no lo dejes ya. ¿Acaso no recuerdas lo que te dice Jesucristo en el Evangelio: «No podéis servir a Dios y al mundo» (Mt 6,24; Lc 16,13), es decir, no puedes seguir al mundo con sus placeres y a Jesucristo con su cruz? No es que te falte trazas para ser, ahora de Dios, ahora del mundo. Digámoslo con más claridad: es lástima que tu conciencia, que tu corazón no te consientan frecuentar por la mañana la sagrada mesa y el baile por la tarde; pasar una parte del día en la iglesia y otra parte en la taberna o en el juego; hablar un buen rato del buen Dios y otro rato de obscenidades o de calumnias contra tu prójimo; hacer hoy un favor a tu vecino y mañana un agravio; en una palabra, ser bueno y portarte bien y hablar de Dios en compañía de los buenos, y obrar el mal en compañía de los malvados”. Santo Cura de Ars, Sermón sobre el respeto humano.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Ahora somos hijos de Dios

"Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues, ¡lo somos! Pues quienes se llaman y no son, ¿de qué les aprovecha el nombre si no responde a la realidad? ¡Cuántos se llaman médicos y no saben curar! ¡Cuántos se llaman serenos y se pasan la noche durmiendo! Igualmente abundan los que se llaman cristianos cuya conducta no rima con su nombre, pues no son lo que dicen ser: en la vida, en las costumbres, en la fe, en la esperanza, en el amor. Todo el mundo es cristiano, y todo el mundo es impío; hay impíos por todo el mundo, y por todo el mundo hay píos: unos y otros no se reconocen entre sí. Por eso el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. El mismo Señor Jesús caminaba, en la carne era Dios, oculto en la debilidad de la carne. Y ¿por qué no fue reconocido? Porque reprochaba a los hombres todos sus pecados. Ellos, amando los deleites del pecado, no reconocían a Dios; amando lo que la fiebre de las pasiones les sugería, injuriaban al médico.
Y nosotros, ¿qué? Hemos ya nacido de él; pero como vivimos bajo la economía de la esperanza, dijo: Queridos, ahora somos hijos de Dios. ¿Ya desde ahora? Entonces, ¿qué es lo que esperamos, si somos ya hijos de Dios? Y aún –dice– no se ha manifestado lo que seremos. ¿Es que seremos otra cosa que hijos de Dios? Oíd lo que sigue: Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es. ¿Qué es lo que se nos ha prometido? Seremos semejantes a él porque le veremos tal cual es. La lengua ha expresado lo que ha podido; lo restante ha de ser meditado por el corazón. En comparación de aquel que es, ¿qué pudo decir el mismo Juan? ¿Y qué podemos decir nosotros, que tan lejos estamos -de igualar sus méritos?
Volvamos, pues, a aquella unción de Cristo, volvamos a aquella unción que nos enseña desde dentro lo que nosotros no podemos expresar, y, ya que ahora os es imposible la visión, sea vuestra tarea el deseo. Toda la vida del buen cristiano es un santo deseo. Lo que deseas no lo ves todavía, mas por tu deseo te haces capaz de ser saciado cuando llegue el momento de la visión.
Deseemos, pues, hermanos, ya que hemos de ser colmados. Ved de qué manera Pablo ensancha su deseo, para hacerse capaz de recibir lo que ha de venir. Dice, en efecto: No es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta; hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. ¿Qué haces, pues, en esta vida, si aún no has conseguido el premio? Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta para ganar el premio, al que Dios desde arriba me llama.
Afirma de sí mismo que está lanzado hacia lo que está por delante y que va corriendo hacia la meta final. Es porque se sentía demasiado pequeño para captar aquello que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar. Tal es nuestra vida: ejercitarnos en el deseo. Ahora bien: este santo deseo está en proporción directa de nuestro desasimiento de los deseos que suscita el amor del mundo. Ensanchemos, pues, nuestro corazón, para que, cuando venga, nos llene, ya que seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es". San Agustín de Hipona, Tratado 4 sobre la primera carta de san Juan.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Desaparición del Sacrificio

“Sobrevenido él, desaparecerá el sacrificio y la libación que, ahora, en todas partes es ofrecida a Dios por las gentes”. San Hipólito, De Antichristo, 64 initio.

lunes, 9 de septiembre de 2013

La verdadera dignidad del hombre

“Los desfavorecidos aprenden de la Iglesia que, según el juicio del mismo Dios, la pobreza no es un oprobio, y que no deben enrojecer por el hecho de tener que ganar el pan con su trabajo. Esto es lo que Cristo nuestro Señor confirmó con su ejemplo, él que «siendo rico, se hizo pobre» (2C 8,9) para la salvación de los hombres; el cual, siendo Hijo de Dios y Dios él mismo, quiso ser tenido a los ojos del mundo por hijo de un obrero; y llegó a pasar gran parte de su vida trabajando para ganarse la vida. «¿No es este el hijo del carpintero, el hijo de María?» (Mc 6,3). Cualquiera que tenga bajo su mirada este modelo divino comprenderá fácilmente lo que queremos decir: la verdadera dignidad del hombre y su excelencia residen en su forma de obrar, es decir, en la virtud; la virtud es patrimonio común de los mortales, al alcance de todos, de los pequeños como de los mayores, de los pobres como de los ricos; tan solo la virtud y los méritos, donde sea que se encuentren, obtendrán la recompensa de la bienaventuranza eterna. Aún más, es hacia las clases infortunadas que el corazón de Dios parece inclinarse con predilección. Jesucristo llama bienaventurados a los pobres; invita con amor a ir hacia él a todos los que sufren y lloran para consolarlos (Mt 11,28); abraza con más tierna caridad a los pequeños y oprimidos. Ciertamente que estas doctrinas están hechas para humillar al alma altiva de los ricos y volverlos más compasivos, para levantar el ánimo de los que sufren y llamarlos a la confianza. Podrían ellas disminuir la distancia que el orgullo se complace en mantener; sin dificultad se llegaría a que los dos lados se dieran la mano y las voluntades se unieran en una misma amistad”. León XIII, Encíclica Rerum Novarum, 20.

sábado, 7 de septiembre de 2013

La Santa MIsa

Cuando el sacerdote celebra:
Honra a Dios, 
los ángeles aplauden, 
construye la Iglesia, 
ayuda a los vivos, 
da descanso a los muertos, 
y gana para sí una participación en todas las cosas buenas. 
Tomás de Kempis, Imitación de Cristo, L. 4, Cap. 5.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Manifestar así su amor desbordante

”El Señor entregó a su propio Hijo a la muerte en cruz a causa del ardiente amor por la creación...No porque no hubiera podido rescatarla de otro modo, sino porque ha querido manifestar así su amor desbordante, como una enseñanza para nosotros. Por la muerte de su Hijo único nos ha reconciliado consigo. Sí, si hubiera tenido algo más precioso, nos lo habría entregado para que volviéramos enteramente a él. A causa de su gran amor hacia nosotros, no quiso violentar nuestra libertad, aunque hubiera podido hacerlo. Antes bien prefirió que nosotros nos acercáramos a él por amor. A causa de su amor por nosotros y por la obediencia a su Padre, Cristo aceptó gozosamente los insultos y la aflicción... De la misma manera, cuando los santos llegan a su plenitud, desbordando de amor por los demás y por la compasión hacia todos los hombres, se parecen a Dios”. San Isaac el Sirio, Discurso, primera serie 71-74.

martes, 3 de septiembre de 2013

Imitar la Pasión

“¿Podéis beber el cáliz...? El Señor sabía que podrían imitar su pasión, y sin embargo les pregunta, para que todos oigamos que nadie puede reinar con Cristo si no ha imitado antes su pasión; porque las cosas de mucho valor no se consiguen más que a un precio muy alto”. San Juan Crisóstomo, Homilías sobre San Mateo, 35.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Dios se anticipa cuando deseáis su amor

“Cuando Dios os concede la gracia de sentir su presencia y desea que le habléis como al amigo más querido, exponedle vuestros sentimientos con toda libertad y confianza. Se anticipa a darse a conocer a los que le anhelan (Sab 6, 14). Sin esperar a que os acerquéis a Él, se anticipa cuando deseáis su amor, y se os presenta, concediéndoos las gracias y remedios que necesitáis. Solo espera de vosotros una palabra para demostraros que está a vuestro lado y dispuesto a escucharos y consolaros: Sus oídos están atentos a la oración (Sal 33, 16) (...). Los demás amigos, los del mundo, tienen horas que pasan conversando juntos y horas en que están separados; pero entre Dios y vosotros, si queréis, jamás habrá una hora de separación”. San Alfonso Mª de Ligorio, Cómo conversar continua y familiarmente con Dios.

viernes, 30 de agosto de 2013

Transfiguración

“El principal fin de la transfiguración era desterrar del alma de los discípulos el escándalo de la cruz”. San León Magno, Sermón, 51, 3.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Padre, Hijo y Espíritu Santo

“Firmemente creemos y simplemente confesamos que uno solo es el verdadero Dios, eterno, inmenso, inconmutable, incomprensible, omnipotente e inefable, Padre, Hijo y Espíritu Santo: tres personas ciertamente, pero una sola esencia, substancia o naturaleza absolutamente simple”. Concilio IV de Letrán (D 428).

lunes, 26 de agosto de 2013

Humildad interior

"La verdadera humildad de corazón es más sentida y vivida interiormente que al exterior. Cierto, es preciso mostrarse siempre humilde en presencia de Dios, pero con esta falsa humildad que no conduce más que al desaliento, agotamiento y a la desesperación. Debemos tener una mala reputación de nosotros mismos, no hacer pasar nuestro propio interés antes que el los demás y juzgarnos como inferiores a nuestro prójimo. Si es cierto que nos hace falta mucha paciencia para soportar las miserias de los demás, nos precisa aún mucha más para aprender a soportarnos a nosotros mismos. Ante tus cotidianas infidelidades, haz continuamente actos de humildad. Cuando el Señor te verá así arrepentido, extenderá su mano hacia ti y te atraerá hacia él. Nadie merece nada en este mundo; es sólo el Señor quien nos lo concede todo, por pura benevolencia y porque, en su infinita bondad, nos todo". Padre Pío de Pietrelcina, O.F.M.Cap.

sábado, 24 de agosto de 2013

El profeta náufrago

"Jonás mismo decide que le echen a la mar: “Agarradme y tiradme al mar” (Jn 1,12) dice, lo cual significa la pasión voluntaria del Señor... He aquí, que sale de las profundidades del mar un monstruo, un gran pez se acerca que tiene que cumplir y manifestar la resurrección del Señor, o mejor dicho, engendrar este misterio. He aquí un monstruo, imagen terrorífica del infierno, que con sus fauces abiertos se lanza sobre el profeta, saborea y asimila el poder de su creador, y devorándolo come su propia incapacidad de engullir ya nunca más a nadie. La estancia en sus entrañas prepara la estancia del visitante de arriba: así, lo que había sido causa de desdicha se transforma en embarcación inconcebible de una travesía necesaria, guardando a su pasajero y echándolo, al cabo de tres días, a la orilla. Así se dio a los paganos lo que se arrebató a los enemigos de Cristo. Y cuando éstos pidieron un signo, el Señor determinó que este único signo les sería dado, por el cual comprenderían que la gloria que esperaban recibir de Cristo sería otorgada a los paganos... Por la maldad de sus enemigos, Cristo fue sumergido el las profundidades del caos del infierno; durante tres días ha recorrido todos sus rincones (1P 3,19) . Y cuando resucitó manifestó la crueldad de sus enemigos, la propia grandeza y su triunfo sobre la muerte. Será, pues, justo que los habitantes de Nínive se levantaran el día del juicio para condenar a esta generación, porque ellos se convirtieron por la proclamación de un solo profeta naufragado, extranjero, desconocido, mientras que la gente de esta generación, después de tantas obras admirables y prodigios, con todo el esplendor de la resurrección, no llegaron a acoger la fe ni se convirtieron. Han rechazado creer en el signo mismo de la resurrección". San Pedro Crisólogo, Sermón 3.

jueves, 22 de agosto de 2013

Nosotros, ignorantes e iletrados

“Colmado de gracias del Espíritu Santo, el bienaventurado Francisco predijo a sus hermanos lo que tenía que pasar. En el bosque cercano a la capilla de Santa María de la Porciúncula, donde tenían costumbre los hermanos de retirarse para la oración, reunió a los seis hermanos que le seguían entonces y les dijo: “Queridos hermanos, entendamos bien nuestra vocación. En su misericordia, Dios no nos ha llamado solamente para nuestro provecho propio sino también para el servicio y la salvación de muchos otros. Vayamos pues, por el mundo, exhortando y mostrando a los hombres y las mujeres, por nuestra palabra y nuestro ejemplo, la penitencia de sus pecados y a acordarse de los preceptos de Dios que habían quedado en el olvido.” Luego añadió: “No tengáis miedo, pequeño rebaño!” (Lc 12,32) tened confianza en el Señor. No os preguntéis el uno al otro: ¿Cómo vamos a predicar nosotros, ignorantes e iletrados?” Acordaos, más bien, de las palabras del Señor a sus discípulos: “Yo os digo: no seréis vosotros los que hablaréis sino que el Espíritu Santo hablará por vosotros.” (Mt 10,20) Es pues, el Señor mismo quien os comunicará su Espíritu y su sabiduría para exhortar y predicar a los hombres y mujeres la senda y la práctica de sus mandamientos”. Vida de San Francisco de Asís, “Anónimo de Perusa”.

martes, 20 de agosto de 2013

Convertirnos y pedir perdón

“Porque Dios, aun ofendido, sigue siendo Padre nuestro; aun irritado, nos sigue amando como a hijos. Solo una cosa busca: no tener que castigarnos por nuestras ofensas, ver que nos convertimos y le pedimos perdón”. San Juan Crisóstomo, Homilías sobre San Mateo, 22, 5.

domingo, 18 de agosto de 2013

Omnipotencia de Dios

“La omnipotencia de Dios se manifiesta, sobre todo, en el hecho de perdonar y usar de misericordia, porque la manera de demostrar que Dios tiene el poder supremo es perdonar libremente”. Santo Tomás de Aquino, O.P:, Suma Teológica, 1, q. 25, a. 3 ad 3.

viernes, 16 de agosto de 2013

¿Cómo será eso?

“Oh alma fiel, cuando tu fe se vea rodeada de incertidumbre y tu débil razón no comprenda los misterios demasiado elevados, di sin miedo, no por deseo de oponerte, sino por anhelo de profundizar (como María): “¿Cómo será eso?” (Lc 1,34). Que tu pregunta se convierta en oración, que sea amor, piedad, deseo humilde. Que tu pregunta no pretenda escrutar con suficiencia la majestad divina, sino que busque la salvación en aquellos mismos medios de salvación que Dios nos ha dado. Pues nadie conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre, que está en él; y, del mismo modo, lo intimo de Dios lo conoce sólo el Espíritu de Dios (1Co 2,11). Apresúrate, pues, a participar del Espíritu Santo: cuando se le invoca, ya está presente; es más, si no hubiera estado presente no se le habría podido invocar. Cuando se le llama, viene, y llega con la abundancia de las bendiciones divinas. Él es aquella impetuosa corriente que alegra la ciudad de Dios (Sal. 45,5). Si al venir te encuentra humilde, sin inquietud, lleno de temor ante la palabra divina, se posará sobre ti (Lc 1,35) y te revelará lo que Dios esconde a los sabios y entendidos de este mundo. Y, poco a poco, se irán esclareciendo ante tus ojos todos aquellos misterios que la Sabiduría (1Co 1,24) reveló a sus discípulos cuando convivía con ellos en el mundo, pero que ellos no pudieron comprender antes de la venida del Espíritu de verdad, que debía llevarlos hasta la verdad plena. (Jn 16,12-13)”. Guillermo de San Thierry, El espejo de la fe ,6.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Seguir adelante

Te exhorto por la gracia de la cual estás revestido que sigas adelante en tu curso y en exhortar a todos los hombres para que puedan ser salvos. Reivindica tu cargo con toda diligencia de carne y de espíritu. Procura que haya unión, pues no hay nada mejor que ella. Soporta a todos, como el Señor te soporta. Toléralo todo con amor, tal como haces. Entrégate a oraciones incesantes. Pide mayor sabiduría de la que ya tienes. Sé vigilante, y evita que tu espíritu se adormile. Habla a cada hombre según la manera de Dios. Sobrelleva las dolencias de todos, como un atleta perfecto. Allí donde hay más labor, hay mucha ganancia. Si amas a los entendidos, esto no es nada que haya que agradecérsete. Más bien somete a los más impertinentes por medio de la mansedumbre. No todas las heridas son sanadas por el mismo ungüento. Suaviza los dolores agudos con fomentos. Sé prudente como la serpiente en todas las cosas e inocente siempre como la paloma. Por esto estás hecho de carne y espíritu, para que puedas desempeñar bien las cosas que aparecen ante tus ojos; y en cuanto a las cosas invisibles, ruega que te sean reveladas, para que no carezcas de nada, sino que puedas abundar en todo don espiritual. Los tiempos te lo requieren, como los pilotos requieren vientos, o un marino zarandeado por la tormenta (busca) un asilo, para poder llegar a Dios. Sé sobrio, como atleta de Dios. El premio es la incorrupción y la vida eterna, con respecto a la cual ya estás persuadido. En todas las cosas te soy afecto, yo y mis cadenas, que tú estimaste. No te desmayes por los que parecen ser dignos de crédito y, pese a todo, enseñan doctrina extraña. Mantente firme como un yunque cuando lo golpean. A un gran atleta le corresponde recibir golpes y triunfar. Pero por amor de Dios hemos de soportar todas las cosas, para que El nos soporte a nosotros. Sé, pues, más diligente de lo que eres. Marca las estaciones. Espera en Aquel que está por encima de toda estación, el Eterno, el Invisible, que se hizo visible por amor a nosotros, el Impalpable, el Impasible, que sufrió por amor a nosotros, que sufrió en todas formas por amor a nosotros”. San Ignacio de Antioquía Carta a Policarpo 1-3.

lunes, 12 de agosto de 2013

Condición y naturaleza de la oración

 “La oración según su condición y naturaleza es unión del hombre con Dios”. San Juan Clímaco, Escala cap. XXIX.

sábado, 10 de agosto de 2013

Vida perfecta

“Toda la vida perfecta consiste en la perfección de la oración”. Casiano, Collationes IX, 1. 

jueves, 8 de agosto de 2013

Ganar almas

“Cuando en la vida de los santos leemos que convirtieron almas, mucha más devoción me hace y más ternura y más envidia que todos los martirios que padecen; por ser ésta la inclinación que Nuestro Señor me ha dado, pareciéndome que precia más un alma que por nuestra industria y oración le ganásemos mediante su misericordia que todos los servicios que le podamos hacer”. Santa Teresa de Jesús, O.C.D., Fundaciones, C.1, p.2.

martes, 6 de agosto de 2013

Dios cuida de nosotros

"En diversos pasajes de las Sagradas Escrituras nos asegura que Jesucristo constantemente cuida de nosotros con desvelo; que nos lleva y llevará siempre en su regazo, sobre su corazón y en sus entrañas; y no se conforma con decírnoslo una o dos veces, sino que lo afirma y repite hasta cinco veces en el mismo pasaje. Y en otro texto de Isaías nos asegura que si una madre llegara a olvidarse del hijo que un día llevó en su seno, El, sin embargo, jamás nos olvidaría y que ha escrito nuestro nombre en sus manos para no olvidarnos nunca; que si alguno nos tocara, lo heriría a El en la niña de sus ojos;  que no tenemos por qué preocuparnos de lo necesario para la vida y el vestido, pues El en persona lo hace por nosotros ya que de sobra conoce nuestras necesidades ; que ha contado todos los cabellos de nuestra cabeza y que ninguno de ellos caerá sin su licencia; que su Padre nos ama igual que a El, y que su propio amor a nosotros es idéntico al que profesa a su Padre; Que El desea estemos en donde El esté, es decir que anhela vernos reposar en el mismo regazo de su Padre; que quiere vernos sentados con El en el mismo trono ; y que, en una palabra, no seamos con El sino una misma y sola persona unida a la del Padre". San Juan Eudes, El Reino de Jesús, II, 2 - Práctica de la confianza y del santo abandono en Dios nuestro Señor .

domingo, 4 de agosto de 2013

Imitar la humildad de Cristo

“Hazte violencia (cf Mt 11,12), esfuérzate en imitar la humildad de Cristo, a fin de que se encienda cada vez más el fuego que prendió en ti, este fuego que consume todos los impulsos de este mundo que destruyen al hombre nuevo y que manchan las moradas del Señor santo y poderoso. Porque yo afirmo con san Pablo que "somos templo de Dios" (2Co 6,16). Purifiquemos pues su templo, "como él mismo es puro" (1Jn 3,3), con el fin de que tenga el deseo de permanecer allí; santifiquémoslo, como él mismo es santo (1P 1,16); adornémoslo de muchas obras buenas y dignas. Llenemos el templo del descanso de su voluntad, como de un perfume, por la oración pura, la oración del corazón que es imposible adquirir entregándose a los continuos impulsos de este mundo. Así la nube de su gloria cubrirá tu alma, y la luz de su grandeza brillará en tu corazón (cf 1R 8,10). Todos los que permanezcan en la casa de Dios se llenarán de alegría y se regocijarán. Pero los insolentes y los desleales desaparecerán bajo la llama del Espíritu Santo”. Isaac el Sirio, Discursos ascéticos, 1ª serie, n°2.

viernes, 2 de agosto de 2013

Se revistió de la condición humana

“Cristo era Dios y se revistió de la condición humana. Sufrió por el que sufre, fue arrestado por el que es vencido, fue juzgado por el que es condenado y fue enterrado por quien es enterrado, y resucita de entre los muertos. Os anuncia estas palabras: “¿quién me quiere denunciar? ¡Comparezcamos juntos!” (Is 50,8) Soy yo quien libera al condenado, soy yo quien resucita a los muertos, yo quien saco del sepulcro. ¿Quién me replica? Soy yo, dice Cristo, soy yo quien he abolido la muerte, quien ha vencido al enemigo, quien ha pisado el infierno y ligado al maligno (cf Lc 11,22). Yo he exaltado al hombre más allá de los cielos, yo, Cristo. “Venid, pues, todos los pueblos de los hombres que estáis metidos en el mal, recibid el perdón de vuestros pecados. Yo soy vuestro perdón, yo soy la Pascua de la salvación, yo soy el cordero inmolado por vosotros, o soy el agua que os purifica, yo soy vuestra luz, yo vuestro Salvador, vuestra resurrección, vuestro rey. Os llevo conmigo al cielo, os mostraré al Padre celestial, os resucitaré con mi derecha.” Este es el que hizo el cielo y la tierra, que formó al hombre al inicio de la creación, que se anunció en la Ley y los profetas, el que tomó carne de la Virgen, que fue colgado en un madero, puesto en un sepulcro y resucitó de entre los muertos, que está sentado a la derecha del Padre y tiene poder de juzgarlo todo y de salvar todo. Por él, el Padre creó todo lo que existe desde los orígenes hasta la eternidad. El es el alfa y la omega, el principio y el fin, él es el Cristo... A él la gloria y el poder por los siglos. Amén”.  Melitón de Sardes, Homilía pascual.

miércoles, 31 de julio de 2013

Ser como los discípulos

 “¡Imitemos a los apóstoles en sus virtudes y no nos quedaremos atrás! En efecto, no son sus milagros lo que los constituyó en apóstoles, sino la santidad de su vida. En ella se reconoce al discípulo de Cristo. El Señor mismo nos ha señalado con este signo. Cuando quiso hacer el retrato de sus discípulos y revelar el signo que los distinguiría, dijo: “En esto reconocerán que sois mis discípulos”. ¿Sería por los prodigios que obraban, por los muertos que resucitaban? De ninguna manera. Entonces ¿por qué? “Por el amor que os tengáis los unos a los otros reconocerán todos que sois discípulos míos” (Jn 13,35). Ahora bien, el amor no es cuestión de milagros sino simplemente de virtud: “El amor cumple todo la ley.” (Rm 13,10)... Amaos los unos a los otros y así os pareceréis a los apóstoles, estaréis en el primer puesto. “Si tú me amas, dice Jesús a Pedro, apacienta mis corderos”. Aquí, prestad atención, se valora la virtud, el celo, la compasión, el trabajo de guiar, el olvido de los propios intereses, la preocupación por cumplir con la tarea de la carga pastoral; todo esto es fruto de la virtud, del amor, no de los milagros y prodigios sino del amor”. San Juan Crisóstomo, 2ª Homilía sobre los Hechos de los Apóstoles.

lunes, 29 de julio de 2013

El huerto que produce para Dios

“Del mismo modo que el colono, cuando se dispone cultivar la tierra, necesita los instrumentos y vestiduras apropiadas, así también Cristo, el rey celestial y verdadero agricultor, al venir a la humanidad desolada por pecado, habiéndose revestido de un cuerpo humano y llevando como instrumento la cruz, cultivó el alma abandonada, arrancó de ella los espinos y abrojos de los malos espíritus, quitó la cizaña del pecado y arrojó al fuego toda la hierba mala; y, habiéndola así trabajado incansablemente con el madero de la cruz, plantó en ella el huerto hermosísimo del Espíritu, huerto que produce para Dios, su Señor, un fruto suavísimo y gratísimo”. San Macario, Homilía 28.

sábado, 27 de julio de 2013

Si hablare...

“Si hablare, procurar acordarse de que hay con quien hable dentro de sí mismo; si oyere, acordarse de que ha de oír a quien más cerca le habla...” Santa Teresa de Jesús O.C.D., Camino de perfección, 29,7.

jueves, 25 de julio de 2013

Falta de fe de los hombres

“Satanás suprimirá el Sacrificio de la Misa, y eso se llevará a cabo a causa de la falta de fe de los hombres”. San Alfonso María de Ligorio.

martes, 23 de julio de 2013

No nos abandone tu gracia

“Gratia tua nos, quaesumus Domine, non derelinquat” (Señor, os suplicamos que vuestra gracia no nos abandone). Missale Rom., fer. V post Dom. II, Quadrag., Postcommunio.

domingo, 21 de julio de 2013

Contemplar la Pasión de Jesús

“El que quiera de verdad venerar la pasión del Señor debe contemplar de tal manera a Jesús crucificado con los ojos del alma que reconozca su propia carne en la carne de Jesús”. San León Magno, Sermón 15 sobre la Pasión.

viernes, 19 de julio de 2013

Amor y temor de Dios

“El amor nos hará apresurar los pasos, y el temor nos hará ir mirando adónde ponemos los pies para no caer. Amor y temor de Dios. Son dos castillos fuertes, desde donde se da guerra al mundo y a los demonios”. Santa Teresa de Jesús, O.C.D., Camino de perfección, 40, 1-2.

miércoles, 17 de julio de 2013

Quien desee alcanzar misericordia

“Quien desee alcanzar misericordia en el Cielo debe él practicarla en este mundo. Y por esto, ya que todos deseamos la misericordia, actuemos de manera que ella llegue a ser nuestro abogado en este mundo, para que nos libre después en el futuro. Hay en el Cielo una misericordia, a la cual se llega a través de la misericordia terrena”. San Cesáreo de Arlés, Sermón 25.

lunes, 15 de julio de 2013

Espíritu Santo

“Su actuación en el alma es suave, su experiencia es agradable y placentera, y su yugo es levísimo. Su venida va precedida de los rayos brillantes de su luz y de su ciencia. Viene con la verdad del genuino protector; pues viene a salvar, a curar, a enseñar, a aconsejar, a fortalecer, a consolar, a iluminar, en primer lugar la mente del que lo recibe y después, por las obras de este, la mente de los demás”. San Cirilo de Jerusalén, Catequesis 16, sobre el Espíritu Santo, 1.

sábado, 13 de julio de 2013

Tapar los defectos ajenos

“Procuremos siempre mirar las virtudes y cosas buenas que viéremos en los otros, y tapar sus defectos con nuestros grandes pecados”. Santa Teresa de Jesús, O.C.D., Vida, 13, 10.

jueves, 11 de julio de 2013

Pureza resplandeciente

"Fue conveniente que la Virgen resplandeciese de tal pureza como no pueda imaginarse otra después de Dios". San Anselmo en De concepta virginali, cap. 18.

martes, 9 de julio de 2013

La Virgen es perfecta abogaba

“Que la Virgen es perfecta abogada; perfecta, porque es purísima; perfecta, porque es sumamente acepta a Dios; perfecta, porque es purísima. Todo esto es necesario para ser perfecta abogada. Ea, pues, Abogada nuestra: Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos. A ti recurrimos en nuestras necesidades. Cumple conmigo tu oficio y ejercita en mí tu obra de abogada”. Santo Tomás de Villanueva. Sermón I de la Asunción.

domingo, 7 de julio de 2013

Clemencia y benignidad de Dios

“Nuestras desgracias, nuestras debilidades, nuestras ruinas y cautividades, la pena que constituye una servidumbre sin tregua, son testimonio de un mal servidor y de un buen señor. ¿Porqué un mal servidor? porque con toda evidencia yo sufro, al menos en parte, lo que merezco. ¿Porqué un buen señor? porque él nos muestra lo que merecemos y sin embargo no nos lo inflinge. Él prefiere corregirnos con un castigo pleno de clemencia y de benignidad, antes que hacernos perecer. Nosotros, si se mira en relación a nuestros crímenes, somos dignos del suplicio de la muerte; pero él, inclinándose más a la misericordia que a la severidad, quiere reformarnos por la moderación de una sanción clemente, más bien que destruirnos con el golpe de una justa represión...”. Salviano de Marsella, De gubernatione Dei.

viernes, 5 de julio de 2013

Consagrar a Dios el día presente

“Apenas despertar, antes de enfrentarse de nuevo con el trasiego de la vida, antes de concebir en su corazón cualquier impresión, antes incluso de acordarse del cuidado de sus intereses familiares, consagran al Señor el nacimiento y principio de sus pensamientos”. Casiano, Colaciones, 21.

miércoles, 3 de julio de 2013

No queramos temer la muerte

“No queramos temer la muerte. El alma tiene por naturaleza el deseo de vivir… Cuando a Dios le pluguiere mandarnos la muerte, ni la huyamos ni la tengamos miedo, sino que la abracemos con ánimo y escojamos vivir la vida futura mejor que la presente”. San Juan Crisóstomo, Homilía 84 sobre el Capítulo 19 de San Juan.

lunes, 1 de julio de 2013

La marca que distingue al cristiano

“No hay señal ni marca que distinga al cristiano y al que ama a Cristo como el cuidado de nuestros hermanos y el celo por la salvación de las almas”. San Juan Crisóstomo, Homilías sobre lo incomprehensible, 6, 3.

sábado, 29 de junio de 2013

Demos testimonio de una vida coherente

“Con fe sincera, demos testimonio de una vida coherente con la doctrina, mostremos una gran benevolencia para con los pobres y preocupémonos en serio de los indigentes; cuidémonos de los intereses del espíritu y no indaguemos más de lo necesario. Estas son las riquezas, esta es la especulación, este el tesoro inexhaurible, si transferimos todos nuestros bienes al cielo, y, libres de temor, confiamos plenamente en la seguridad de nuestro depósito. Que todos nosotros, después de haber vivido esta vida según su voluntad, podamos conseguir el gozo eterno, preparado para los que obtienen la salvación, por la gracia y la misericordia del verdadero Dios y Salvador nuestro Jesucristo, de quien es la gloria y el imperio junto con el Padre y su santísimo Espíritu por los siglos de los siglos. Amén”. San Juan Crisóstomo, Homilía sobre la primera carta a los Corintios 11, 19.

jueves, 27 de junio de 2013

Buscar la honra y gloria de Dios

“Y este es el índice para que el alma pueda conocer con claridad si ama a Dios o no, con amor puro. Si le ama, su corazón no se centrará en sí misma, ni estará atenta a conseguir sus gustos y conveniencias. Se dedicará a buscar la honra y gloria de Dios y a darle gusto a Él. Cuanto más tiene corazón para sí misma menos lo tiene para Dios”. San Juan de la Cruz, O.C.D., Cántico espiritual, 9, 5.

martes, 25 de junio de 2013

Tradición, enseñanzas y fe de la Iglesia

“Tomemos nota que la tradición, enseñanzas, y fe de la Iglesia Católica que desde el principio el Señor proporcionó, fue predicada por los Apóstoles, y preservada por los Padres. Este fue el fundamento de la Iglesia; y si alguien se aparta de esto, éste no es, ni debe ser llamado Cristiano”. San Atanasio, Carta a Serapión de Thmuis.

domingo, 23 de junio de 2013

Distracciones durante la oración

“Si tú tienes muchas distracciones durante la oración, puede ser que al diablo le moleste mucho esa oración”. San Alfonso Mª de Ligorio, Tratado de la oración.

viernes, 21 de junio de 2013

Confiar solamente en Dios

Para mostraros el poder de la oración y las gracias que del cielo nos alcanza, os diré que por la oración es como los justos han tenido la dicha de perseverar. La oración es para nuestra alma lo que la lluvia para el cielo. Abonad un campo cuanto os plazca; si falta la lluvia, de nada os servirá cuanto hayáis hecho. Así también, practicad cuantas obras os parezcan bien; si no oráis debidamente y con frecuencia,nunca alcanzareis vuestra salvación; pues la oración abre los ojos del alma, hácele sentir la magnitud de su miseria, la necesidad de recurrir a Dios y de temer su propia debilidad. El cristiano confía solamente en Dios; nada espera de sí mismo. Sí, por la oración es como perseveraron los justos. Era la oración lo que inflamaba sus corazones con el pensamiento de la presencia de Dios, con el deseo de agradarle y de no servir más que a Él. Mirad a Magdalena; ¿en qué se ocupa después de su conversión? ¿No es por ventura en la oración? Mirad a San Pedro; mirad aún a San Luis, rey de Francia, quien, en sus viajes, en vez de pasar la noche durmiendo en su lecho, pasábala en una iglesia orando y pidiendo a Dios el don precioso de perseverar en su gracia. Mas, sin ir tan lejos, ¿no observamos nosotros mismos cómo, a medida que descuidamos la oración, vamos perdiendo el gusto por las cosas el cielo? No pensamos más que en la tierra: pero, si reanudamos nuestra oración, sentimos renacer también en nosotros el pensamiento y el deseo de las cosas del cielo. Cuando tenemos la dicha de estar en gracia de Dios, o bien recurriremos a la oración, o podemos tener la certeza de no perseverar largo tiempo en el camino del cielo”. Santo Cura de Ars, Sermón sobre la oración.

miércoles, 19 de junio de 2013

Oración para pedir sabiduría

“Concédeme, Dios misericordioso, el poder desear con fervor aquello que tú apruebas, buscarlo con prudencia, reconocerlo con verdad, cumplirlo con perfección, para alabanza y gloria de tu nombre. Pon orden en mi vida, y concédeme cumplir con lo que tú quieras que yo haga, como se deba hacer y de la manera más útil para mi alma. Déjame ir hacia ti, Señor, por un camino seguro, recto, agradable y que me lleve hasta la meta, un camino que no se pierda entre las prosperidades y las adversidades, para que yo te agradezca la prosperidad y que en la adversidad tenga paciencia, no dejando que las primeras me exalten, ni las segundas me venzan. Que nada me alegre, ni me entristezca, más allá de lo que me lleve hacia ti, allá donde quiero llegar. Que no desee ni tema no agradarle a nadie que no seas tú. Que todo lo perecedero se vuelva vil ante mis ojos por ti, Señor, y que todo aquello que te toque sea amado por mí, pero tú, mi Dios, lo serás más que todo... Que yo no desee nada más que no seas tú... Concédeme, Señor Dios, una inteligencia que te conozca, una complacencia que te busque, una sabiduría que te encuentre, una vida que te complazca, una perseverancia que te espere con confianza y una confianza que, al final, te posea. Concédeme estar afligido de tus penas por la penitencia, usar el camino de tus favores para la gracia, regocijarme de tus alegrías, sobre todo en la patria para la gloria. Tú que, siendo Dios, vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén”. Santo Tomás de Aquino, O.P., Oración para pedir sabiduría.

lunes, 17 de junio de 2013

El lazo que une a los hermanos

“La caridad es el lazo que une a los hermanos, el cimiento de la paz, la trabazón que da firmeza a la unidad... Quítale, sin embargo, la paciencia, y quedará devastada; quítale el jugo del sufrimiento y de la resignación, y perderá las raíces y el vigor”. San Cipriano, Del bien de la paciencia, 15.

sábado, 15 de junio de 2013

Escuchad la voz del pastor

“No os descarriéis entre la niebla, escuchad más bien la voz del pastor. Retiraos a los montes de las Santas Escrituras, allí encontraréis las delicias de vuestro corazón, nada hallaréis allí que os pueda envenenar o dañar, pues ricos son los pastizales que allí se encuentran”. San Agustín, Sermón 46 sobre los pastores.

jueves, 13 de junio de 2013

Esperanza en la ayuda de Dios

“Todos deben tener firme esperanza en la ayuda de Dios. Porque si somos fieles a la gracia, de la misma manera como Dios ha comenzado en nosotros la obra de nuestra salvación, la llevará a cabo, obrando en nosotros el querer y el obrar (Flp 2, 13)”. Concilio de Trento, Decreto sobre la justificación, cap. 13.

martes, 11 de junio de 2013

Amarnos como Dios nos ama

“El que ama a su prójimo con un amor espiritual ¿qué amará en él sino a Dios? Este amor es el que el Señor quiere separar del amor puramente natural cuando añade: “Como yo os he amado”. ¿Qué es lo que él ha amado en nosotros sino a Dios? No a Dios tal como ya lo poseemos, sino tal como él quiere que le poseamos cuando dice: "Dios será todo en todos”. El médico ama a sus enfermos por la salud que les quiere dar, no por su enfermedad. “Como yo os he amado, amaos los unos a los otros”. Es por eso que nos ha amado: para que nosotros también sepamos amarnos los unos a los otros”. San Agustín de Hipona, Sermón sobre el Evangelio de Juan, 65.

domingo, 9 de junio de 2013

Bebamos en las fuentes del Señor

“Lleguemos al Señor; bebamos de su fuente; apacentémonos en sus prados; amémosle. Sacaréis aguas que beber de las fuentes del Salvador, dice Isaías (cf. Is 12,3). Refrescaréis vuestras llagas; lavaréis lo podrido; beberéis de aquella agua suavísima que da vida; y si os halláredes fatigados, tiene Dios unos montes muy altos, que da el sol en el lado de ellos, y de la otra parte hace sombra y frescura. Sentaos a la sombra. […]. Da en aquellos montes el sol de justicia, y por la otra parte hace sombra el sol de misericordia. Miraré al Cordero sin mancilla, miraré aquel Dios omnipotente, que por nosotros, sin deber nada, quiso ser azotado y escarnecido, y sobre todos sus trabajos y angustias, crucificado. Me sentaré yo a esta sombra. Miraré las frescuras de ella; miraré las esperanzas y consuelos que hay en ella para pasar mi camino y refrigerando mis llagas, rociando mis pasiones, consolándome con el desconsuelo que por mí el Señor pasó, y mirando que mi pastor, sólo por sacar mi ánima de entre la espinas, porque no me espinase, quiso Él entrar en ellas y espinarse. Debajo de la sombra me asentaré y allí descansaré para ir tras mi pastor”. San Juan de Ávila, Sermón 15.

viernes, 7 de junio de 2013

Sin la fe es imposible a agradar a Dios

“Para llevar una vida espiritual, que nos es común con los ángeles y los espíritus celestes y divinos, ya que ellos y nosotros hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, es necesario el pan de la gracia del Espíritu Santo y de la caridad de Dios. Pero la gracia y la caridad son imposibles sin la fe, ya que sin la fe es imposible a agradar a Dios. Y esta fe se origina necesariamente de la predicación de la palabra de Dios: La fe nace del mensaje y el mensaje consiste en hablar de Cristo. Por tanto, la predicación de la palabra de Dios es necesaria para la vida espiritual, como la siembra es necesaria para la vida del cuerpo”. San Lorenzo de Brindis O.F.M. Cap., Sermón de Cuaresma, 2. 2

miércoles, 5 de junio de 2013

Espíritu de paz

“El Espíritu de Dios es espíritu de paz; incluso cuando pecamos gravemente, nos hace percibir un dolor tranquilo, humilde y confiado, debido precisamente a su misericordia. Por el contrario, el espíritu el mal, excita, exaspera, y nos hace experimentar, cuando faltamos, una especie de cólera contra nosotros; y sin embargo, es hacia nosotros mismos que deberíamos ejercer la primera de las caridades. Pues, cuando tú estás atormentado por ciertos pensamientos, esta agitación no proviene de Dios, sino del demonio; pues Dios, por ser espíritu de paz, te da la serenidad”. P. Pío de Pietrelcina, O.F.M.Cap.

lunes, 3 de junio de 2013

Reunidos en común

“Poned empeño en reuniros más frecuentemente para celebrar la Eucaristía de Dios y glorificarle. Porque cuando frecuentemente os reunís en común, queda destruido el poder de Satanás, y por la concordia de vuestra fe queda aniquilado su poder destructor. Nada hay más precioso que la paz, por la cual se desbarata la guerra de las potestades celestes y terrestres. Nada de todo esto se os oculta a vosotros si poseéis de manera perfecta la fe en Cristo y la caridad, que son principio y término de la vida. La fe es el principio, la caridad es el término. Las dos, trabadas en unidad, son Dios, y todas las virtudes morales se siguen de ellas. Nadie que proclama la fe peca, y nadie que posee la caridad odia. El árbol se manifiesta por sus frutos. Así, los que se profesan ser de Cristo, se pondrán de manifiesto por sus obras”. San Ignacio de Antioquía, Carta a los Efesios, 14.

sábado, 1 de junio de 2013

Que nos encuentre en vela...

“¡Cuán dichosos son los criados a quienes el Señor, al llegar, los encuentra en vela! Feliz aquella vigilia en la cual se espera al mismo Dios y Creador del universo, que todo lo llena y todo lo supera. ¡Ojalá se dignara el Señor despertarme del sueño de mi desidia, a mí, que, aun siendo vil, soy su siervo! ¡Ojalá me inflamara en el deseo de su amor inconmensurable y me encendiera con el fuego de su divina caridad!; resplandeciente con ella, brillaría más que los astros, y todo mi interior ardería continuamente con este divino fuego. ¡Ojalá mis méritos fueran tan abundantes que mi lámpara ardiera sin cesar, durante la noche, en el templo de mi Señor e iluminara a cuantos penetran en la casa de mi Dios! (cf Mt 5,15) Concédeme, Señor, te lo suplico en nombre de Jesucristo, tu Hijo y mi Dios, un amor que nunca mengüe, para que con él brille siempre mi lámpara y no se apague nunca, y sus llamas sean para mí fuego ardiente y para los demás luz brillante”. San Columbano Abad, Instrucción 12, sobre la compunción, 2.

jueves, 30 de mayo de 2013

Oración y meditación

“Puesto en el lugar de la oración de rodillas, o en pie, o en cruz, o postrado, o sentado si de otra manera no pudiese estar, hecha primero la señal de la cruz, recogerá su imaginación y apartarla ha de todas las cosas de esta vida, levantará su entendimiento arriba, considerando que lo mira Nuestro Señor. Y estará allí con aquella atención y reverencia como que realmente le tuviese presente, y con un general arrepentimiento de sus pecados (si es la oración de la mañana) dirá la confesión general, y si es la oración de la noche, examinará su conciencia de todo lo que aquel día ha pensado, hablado, obrado y oído, y del olvido que de Nuestro Señor ha tenido, y doliéndose de los defectos de aquel día y de todos los de la vida pasada, y humillándose delante de la Divina Majestad ante quien está, dirá aquellas palabras del santo Patriarca (Gen. 19,27): Hablaré a mi Señor, aunque sea polvo y ceniza, y luego dirá aquellos versos del salmo (Ps. 122,1): A ti levanté mis ojos, que moras en los cielos. Así como los ojos de los siervos están puestos en las manos de sus señores, y como los ojos de la sierva en las manos de su señora, así están puestos nuestros ojos en Nuestro Señor, esperando que haya misericordia de nosotros”. San Pedro de Alcántara, Tratado de la oración y meditación, cap. VI.