"Hoy no he convencido a mi auditorio, pero es posible que lo haga mañana, o dentro de tres o cuatro días o más adelante. El pescador que ha echado las redes inútilmente durante un día entero, a veces, al atardecer, antes de marcharse, recoge la pesca que no ha podido pescar durante la jornada. El labrador no deja de cultivar sus tierras, aunque durante algunos años no haya obtenido una buena cosecha, y por fin, a menudo, en un solo año repara todas las pérdidas anteriores.
Dios no nos pide que tengamos éxito, sino que trabajemos; ahora bien, nuestro trabajo no será menos recompensado por el hecho de que no se nos haya escuchado... Cristo sabía muy bien que Judas no se convertiría y, sin embargo, hasta el fin procuró que se convirtiera reprochándole sus faltas en términos conmovedores: «Amigo, ¿a qué has venido? » (Mt 26,50 griego). Ahora bien, si Cristo, el modelo de los pastores, ha trabajado hasta el fin por la conversión de un hombre desesperado, ¿qué es lo que no haremos por aquellos a quienes se nos manda que les esperemos siempre?". San Juan Crisóstomo, Homilía al volver del exilio, sobre la cananea.