"Dios nos colma de bienes espirituales, si queremos recibirlos: no vaciles en ayudar a los que lo necesitan. Da sobre todo al que te pide, y hasta antes de que te pida, dando incansablemente limosna de la doctrina espiritual... A falta de estos dones, proponle por lo menos servicios más modestos: dale de comer, ofrécele viejos vestidos, abastécele de medicinas, venda sus heridas, pregúntale por sus dificultades, enséñale la paciencia. Acércate sin temor. Ningún peligro te hará daño ni te contagiarás de sus enfermedades... Apóyate en la fe; que la caridad triunfe ante tus reticencias... No engañes a tus hermanos, no permanezcas sordo a sus llamadas, no los evites. Sois miembros de un mismo cuerpo (1Co 12,12s), aunque esté quebrantado por la maldad; igual que a Dios, "a ti se encomienda el pobre" (Sal. 9,35 Vulg)". San Gregorio Nacianceno, Sermón sobre el amor a los pobres.