Non nobis, Domine, non nobis, sed nomine tuo da gloriam. Psal 113, 9

miércoles, 31 de agosto de 2011

La acción del Espíritu Santo

"¿Quién, habiendo oído los nombres que se dan al Espíritu, no siente levantado su ánimo y no eleva su pensamiento hacia la naturaleza divina? Ya que es llamado Espíritu de Dios y Espíritu de verdad que procede del Padre; Espíritu firme, Espíritu generoso, Espíritu Santo son sus apelativos propios y peculiares.
Hacia él dirigen su mirada todos los que sienten necesidad de santificación; hacia él tiende el deseo de todos los que llevan una vida virtuosa, y su soplo es para ellos a manera de riego que los ayuda en la consecución de su fin propio y natural.
Él es fuente de santidad, luz para la inteligencia; él da a todo ser racional como una luz para entender la verdad.
Aunque inaccesible por naturaleza, se deja comprender por su bondad; con su acción lo llena todo, pero se comunica solamente a los que encuentra dignos, no ciertamente de manera idéntica ni con la misma plenitud, sino distribuyendo su energía según la proporción de la fe.
Simple en su esencia y variado en sus dones, está íntegro en cada uno e íntegro en todas partes. Se reparte sin sufrir división, deja que participen en él, pero él permanece íntegro, a semejanza del rayo solar cuyos beneficios llegan a quien disfrute de él como si fuera único, pero, mezclado con el aire, ilumina la tierra entera y el mar.
Así el Espíritu Santo está presente en cada hombre capaz de recibirlo, como si sólo él existiera y, no obstante, distribuye a todos gracia abundante y completa; todo disfrutan de él en la medida en que lo requiere la naturaleza de la criatura, pero no en la proporción con que él podría darse.
Por él los corazones se elevan a lo alto, por su mano son conducidos los débiles, por él los que caminan tras la virtud, llegan a la perfección. Es él quien ilumina a los que se han purificado de sus culpas y al comunicarse a ellos los vuelve espirituales.
Como los cuerpos limpios y transparentes se vuelven brillantes cuando reciben un rayo de sol y despiden de ellos mismos como una nueva luz, del mismo modo las almas portadoras del Espíritu Santo se vuelven plenamente espirituales y transmiten la gracia a los demás.De esta comunión con el Espíritu procede la presciencia de lo futuro, la penetración de los misterios, la comprensión de lo oculto, la distribución de los dones, la vida sobrenatural, el consorcio con los ángeles; de aquí proviene aquel gozo que nunca terminará, de aquí la permanencia en la vida divina, de aquí el ser semejantes a Dios, de aquí, finalmente lo más sublime que se puede desear: que el hombre llegue a ser como Dios". Del libro de san Basilio Magno, obispo, sobre el Espíritu Santo, cap. 9, núm. 22-23.

lunes, 29 de agosto de 2011

Abre para Dios las puertas de tu alma

"Yo y el Padre vendremos y haremos morada en él. Que cuando venga encuentre, pues, tu puerta abierta, ábrele tu alma, extiende el interior de tu mente para que pueda contemplar en ella riquezas de rectitud, tesoros de paz, suavidad de gracia. Dilata tu corazón, sal al encuentro del sol de la luz eterna que alumbra a todo hombre. Esta luz verdadera brilla para todos, pero el que cierra sus ventanas se priva a sí mismo de la luz eterna. También tú, si cierras la puerta de tu alma, dejas afuera a Cristo. Aunque tiene poder para entrar, no quiere, sin embargo, ser inoportuno, no quiere obligar a la fuerza.Él salió del seno de la Virgen como el sol naciente, para iluminar con su luz todo el orbe de la tierra. Reciben esta luz los que desean la claridad del resplandor sin fin, aquella claridad que no interrumpe noche alguna. En efecto, a este sol que vemos cada día suceden las tinieblas de la noche; en cambio, el Sol de justicia nunca se pone, porque a la sabiduría no sucede la malicia.Dichoso, pues, aquel a cuya puerta llama Cristo. Nuestra puerta es la fe, la cual, si es resistente, defiende toda la casa. Por esta puerta entra Cristo. Por esto, dice la Iglesia en el Cantar de los cantares: Oigo a mi amado que llama a la puerta. Escúchalo cómo llama, cómo desea entrar: ¡Ábreme, mi paloma sin mancha, que tengo la cabeza cuajada de rocío, mis rizos, del relente de la noche! Considera cuándo es principalmente que llama a tu puerta el Verbo de Dios, siendo así que su cabeza está cuajada del rocío de la noche. Él se digna visitar a los que están tentados o atribulados, para que nadie sucumba bajo el peso de la tribulación. Su cabeza, por tanto, se cubre de rocío o de relente cuando su cuerpo está en dificultades. Entonces, pues, es cuando hay que estar en vela, no sea que cuando venga el Esposo se vea obligado a retirarse. Porque, si estás dormido y tu corazón no está en vela, se marcha sin haber llamado; pero, si tu corazón está en vela, llama y pide que se le abra la puerta.Hay, pues, una puerta en nuestra alma, hay en nosotros aquellas puertas de las que dice el salmo: ¡Portones! alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de la gloria. Si quieres alzar los dinteles de tu fe, entrará a ti el Rey de la gloria, llevando consigo el triunfo de su pasión. También el triunfo tiene sus puertas, pues leemos en el salmo lo que dice el Señor Jesús por boca del salmista: Abridme las puertas del triunfo.Vemos, por tanto, que el alma tiene su puerta, a la que viene Cristo y llama. Ábrele, pues; quiere entrar, quiere hallar en vela a su Esposa". San Ambrosio, Comentario sobre el salmo 118, 12.13-14.

sábado, 27 de agosto de 2011

Mantenerse fiel el día de la prueba

"Sin cesar doy gracias a Dios que me mantuvo fiel el día de la prueba. Gracias a él puedo hoy ofrecer con toda confianza a Cristo, quien me liberó de todas mis tribulaciones, el sacrificio de mi propia alma como víctima viva, y puedo decir: ¿Quién soy yo, y cuál es la excelencia de mi vocación, Señor, que me has revestido de tanta gracia divina? Tú me has concedido exultar de gozo entre los gentiles y proclamar por todas partes tu nombre, lo mismo en la prosperidad que en la adversidad. Tú me has hecho comprender que cuanto me sucede, lo mismo bueno que malo, he de recibirlo con idéntica disposición, dando gracias a Dios que me otorgó esta fe inconmovible y que constantemente me escucha. Tú has concedido a este ignorante el poder realizar en estos tiempos esta obra tan piadosa y maravillosa, imitando a aquellos de los que el Señor predijo que anunciarían su Evangelio para que llegue a oídos de todos los pueblos. ¿De dónde me vino después este don tan grande y tan saludable: conocer y amar a Dios, perder a mi patria y a mis padres y llegar a esta gente de Irlanda, para predicarles el Evangelio, sufrir ultrajes de parte de los incrédulos, ser despreciado como extranjero, sufrir innumerables persecuciones hasta ser encarcelado y verme privado de mi condición de hombre libre, por el bien de los demás?
Dios me juzga digno de ello, estoy dispuesto a dar mi vida gustoso y sin vacilar por su nombre, gastándola hasta la muerte. Mucho es lo que debo a Dios, que me concedió gracia tan grande de que muchos pueblos renacieron a Dios por mí. Y después les dio crecimiento y perfección. Y también porque pude ordenar en todos aquellos lugares a los ministros para el servicio del pueblo recién convertido; pueblo que Dios había llamado desde los confines de la tierra, como lo había prometido por los profetas: A ti vendrán los paganos, de los extremos del orbe, diciendo: «Qué engañoso es el legado de nuestros padres, qué vaciedad sin provecho». Y también: Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra". De la Confesión de san Patricio, Caps. 14-16. 

jueves, 25 de agosto de 2011

Dios escondió en su palabra variedad de tesoros

"¿Quién hay capaz, Señor, de penetrar con su mente una sola de tus frases? Como el sediento que bebe de la fuente, mucho más es lo que dejamos que lo que tomamos.Porque la palabra del Señor presenta muy diversos aspectos, según la diversa capacidad de los que la estudian. El Señor pintó con multiplicidad de colores su palabra, para que todo el que la estudie pueda ver en ella lo que más le plazca. Escondió en su palabra variedad de tesoros, para que cada uno de nosotros pudiera enriquecerse en cualquiera de los puntos en que concentrara su reflexión.
La palabra de Dios es el árbol de vida que te ofrece el fruto bendito desde cualquiera de sus lados, como aquella roca que se abrió en el desierto y manó de todos lados una bebida espiritual. Comieron—dice el Apóstol—el mismo alimento espiritual y bebieron la misma bebida espiritual.Aquel, pues, que llegue a alcanzar alguna parte del tesoro de esta palabra no crea que en ella se halla solamente lo que él ha hallado, sino que ha de pensar que, de las muchas cosas que hay en ella, esto es lo único que ha podido alcanzar. Ni por el hecho de que esta sola parte ha podido llegar a ser entendida por él, tenga esta palabra por pobre y estéril y la desprecie, sino que, considerando que no puede abarcarla toda, dé gracias por la riqueza que encierra. Alégrate por lo que has alcanzado, sin entristecerte por lo que te queda por alcanzar. El sediento se alegra cuando bebe y no se entristece porque no puede agotar la fuente. La fuente ha de vencer tu sed, pero tu sed no ha de vencer la fuente, porque, si tu sed queda saciada sin que se agote la fuente, cuando vuelvas a tener sed podrás de nuevo beber de ella; en cambio, si al saciarse tu sed se secara también la fuente, tu victoria sería en perjuicio tuyo.Da gracias por lo que has recibido y no te entristezcas por la abundancia sobrante. Lo que has recibido y conseguido es tu parte, lo que ha quedado es tu herencia. Lo que, por tu debilidad, no puedes recibir en un determinado momento lo podrás recibir en otra ocasión, si perseveras. Ni te esfuerces avaramente por tomar de un solo sorbo lo que no puede ser sorbido de una vez, ni desistas por pereza de lo que puedes ir tomando poco a poco". Del comentario de san Efrén, diácono, sobre el Diatésaron, Cap. 1,18-19.

martes, 23 de agosto de 2011

Una degustación anticipada del cielo

"Hijos míos, vuestro corazón es pequeño, pero la oración lo dilata y lo hace capaz de amar a Dios. La oración es una degustación anticipada del cielo, hace que una parte del paraíso baje hasta nosotros. Nunca nos deja sin dulzura; es como una miel que se derrama sobre el alma y lo endulza todo. En la oración hecha debidamente, se funden las penas como la nieve ante el sol. Otro beneficio de la oración es que hace que el tiempo transcurra tan aprisa y con tanto deleite, que ni se percibe su duración. Mirad: cuando era párroco en Bresse, en cierta ocasión, en que casi todos mis colegas habían caído enfermos, tuve que hacer largas caminatas, durante las cuales oraba al buen Dios, y creedme, que el tiempo se me hacía corto. Hay personas que se sumergen totalmente en la oración como los peces en el agua, porque están totalmente entregadas al buen Dios. Su corazón no está dividido. ¡Cuánto amo a estas almas generosas! San Francisco de Asís y santa Coleta veían a nuestro Señor y hablaban con él del mismo modo que hablamos entre nosotros. Nosotros, por el contrario, ¡cuántas veces venimos a la Iglesia sin saber lo que hemos de hacer o pedir! Y, sin embargo, cuando vamos a casa de cualquier persona, sabemos muy bien para qué vamos. Hay algunos que incluso parece como si le dijeran al buen Dios: "Sólo dos palabras, para deshacerme de ti..." Muchas veces pienso que cuando venimos a adorar al Señor, obtendríamos todo lo que le pedimos si se lo pidiéramos con una fe muy viva y un corazón muy puro". San Juan María Vianney, (el Cura de Ars), Catequesis sobre la oración.

domingo, 21 de agosto de 2011

Dos revoluciones que han conmovido la tierra

"A lo largo de los siglos, dos grandes revoluciones han conmovido la tierra; los llamados dos Testamentos: uno ha hecho pasar a los hombres de la idolatría a la Ley; el otro, de la Ley al Evangelio. Un tercer cambio se prevee: aquel que, de aquí abajo, nos llevará a lo alto donde no hay movimiento ni agitación. Ahora bien, estos dos Testamentos tienen el mismo carácter...: no lo han transformado todo rápidamente desde el primer impulso de su creación...para no hacer las cosas con violencia sino con persuasión. Porque aquello que es impuesto por la fuerza, no es perdurable". San Gregorio Nacianceno, obispo y doctor de la Iglesia, Discurso 31, 25.

viernes, 19 de agosto de 2011

La santidad de vida

"La santidad de la vida no es un beneficio singular que se concede a algunos privilegiados y no a los demás, sino que a ella todos estamos llamados y es un deber común: que la consecución de las virtudes, aunque cuesta, es posible para todos con la ayuda de la gracia divina que a nadie se niega". Pío XI, Encíclica Rerum Omnium Perturbationem, 23 de enero de 1923 .

miércoles, 17 de agosto de 2011

El Espíritu prometido

"El Espíritu prometido por los profetas descendió sobre el Hijo de Dios hecho Hijo del Hombre (Mt 3,16), para acostumbrarse a habitar con él en el género humano, a descansar en los hombres y a morar en la criatura de Dios, obrando en ellos la voluntad del Padre y renovándolos de hombre viejo a nuevo en Cristo". San Ireneo de Lyon, Adversus Haereses, libro III- 17, 1.

lunes, 15 de agosto de 2011

Sacrificio y sacerdote para Dios

"Sé, pues, oh hombre, sacrificio y sacerdote para Dios; no pierdas lo que te ha sido dado por el poder de Dios; revístete de la vestidura de santidad, cíñete el cíngulo de la castidad; sea Cristo el casco de protección para tu cabeza; que la cruz se mantenga en tu frente como una defensa; pon sobre tu pecho el misterio del conocimiento de Dios; haz que arda continuamente el incienso aromático de tu oración; empuña la espada del Espíritu; haz de tu corazón un altar; y así, puesta en Dios tu confianza, lleva tu cuerpo al sacrificio". San Pedro Crisólogo (+450), Obispo de Ravena.

sábado, 13 de agosto de 2011

¿Qué es un Concilio?

"En ellos es donde los santos dogmas de la religión son definidos con más profundidad, expresados con más amplitud; donde la disciplina eclesiástica es restaurada y más sólidamente establecida..., donde se estrechan los los lazos entre los miembros y la cabeza, y se acrecienta el vigor de todo el cuerpo místico de Cristo". Concilio Vaticano I, Constitución De Fide Catholica.

jueves, 11 de agosto de 2011

Nunca falta materia para la confesión

"Nunca falta qué perdonar; somos hombres. Hablé algo más de la cuenta, dije algo que no debía, reí con exceso, bebí demasiado, comí sin moderación, oí de buen grado lo que no me estaba bien oír, ví con gusto lo que no era bueno ver, pensé con deleite lo que no debí pensar...". San Agustín de Hipona, Sermón 57.

martes, 9 de agosto de 2011

Cualidades de una buena confesión

"El Sacramento de la penitencia confiere la gracia -o la aumenta, cuando se recibe en estado de gracia- ex opere operato, con eficacia de suyo infalible y sin término. Sin embargo, en cada Confesión concreta, el efecto de este Sacramento esta en proporción con las disposiciones del que lo recibe; como el sol que, siendo siempre el mismo, calienta mas unas cosas que otras. Y si se pone un obstáculo por medio puede dejar de calentar por completo. Los antiguos autores espirituales solían enumerar dieciséis cualidades de la buena Confesión: sencilla, humilde, pura, fiel, frecuente, clara, discreta, voluntaria, sin jactancia, íntegra, secreta, con dolor, pronta, fuerte, acusadora y dispuesta a obedecer". Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, Supl., q. 9, a. 4.

domingo, 7 de agosto de 2011

La sinceridad en la Confesión

"La sinceridad en el momento de la confesión es la sinceridad ante Dios mismo; la actitud del que no es sincero es como la de quien, acudiendo a la consulta del médico para ser curado, perdiera el juicio y la conciencia de a que ha ido, y mostrase los miembros sanos y ocultase los enfermos [...]. Dios es quien debe vendar las heridas, no tu, porque si tu, por vergüenza, quieres ocultarlas con vendajes, no te curara el médico. Has de dejar que sea el médico quien te cure y vende las heridas, porque el las cubre con medicamentos. Mientras que con el vendaje del médico las llagas se curan, con el vendaje del enfermo se ocultan. ¿Y a quién las ocultas? A quien conoce todas las cosas". San Agustín de Hipona , Comentario sobre el Salmo 31.

viernes, 5 de agosto de 2011

Efectos del sacramento de la Penitencia

"En lo que atañe a la virtud y eficacia de este sacramento (la Penitencia), su realidad y su efecto son la reconciliación con Dios que, en las personas piadosas que lo reciben con devocion, a menudo va seguida de la paz y serenidad de la conciencia junto con una fuerte consolación espiritual". Concilio de Trento, Sesión XIV, cap. 3.

miércoles, 3 de agosto de 2011

La confesión de las culpas

"La confesión de las culpas, que nace del verdadero conocimiento de si mismo ante Dios y de la contrición de los propios pecados, es parte del sacramento de la Penitencia. Este examen interior del propio corazón y la acusacion externa debe hacerse a la luz de la misericordia divina. La confesión, por parte del penitente, exige la voluntad de abrir su corazon al ministro de Dios; y por parte del ministro, un juicio espiritual mediante el cual, como representante de Cristo y en virtud del poder de las llaves, pronuncia la sentencia de absolución o retencion de los pecados". Concilio de Trento, Sesión, XIV, cap. 5.

lunes, 1 de agosto de 2011

Un remedio de vida

"Como Dios, rico en misericordia (Ef 2, 4), sabe de que hemos sido formados (Sal 102, 14), procuró también un remedio de vida a aquellos que se entregaron a la esclavitud del pecado y al poder del demonio. Por el sacramento de la penitencia, el beneficio de la muerte de Cristo es aplicado a los que han caído después del bautismo". Concilio de Trento, Sesión XIV, cap. 1.