Non nobis, Domine, non nobis, sed nomine tuo da gloriam. Psal 113, 9

lunes, 30 de enero de 2012

Mensajeros de Cristo

"¡Qué hermosos los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Noticia! ¿Quiénes son los que traen la Buena Noticia sino Pedro, sino Pablo, sino los apóstoles todos? ¿Y cuál es la Buena Noticia que nos traen, sino al Señor Jesús? El es nuestra paz, él es aquel sumo bien, pues es bueno y procede del bueno: de un árbol bueno se recogen frutos buenos. Bueno es finalmente el espíritu que de él recibe y que guía a los siervos de Dios por el recto camino.
¿Y quién, teniendo al Espíritu de Dios en sí, negará al bueno, cuando él mismo dice: ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno? Venga este bien a nuestra alma, a lo más íntimo de nuestra mente; este bien que Dios da generosamente a los que se lo piden. Este es nuestro tesoro, éste es nuestro camino, éste es nuestra sabiduría, nuestra justicia, nuestro pastor, y pastor bueno, él es nuestra vida. ¡Ya ves cuántos bienes en un solo bueno! Pues todos estos bienes nos predican los evangelistas.
El Señor Jesús es el sumo bien en persona, anunciado por los profetas, predicado por los ángeles, prometido por el Padre, evangelizado por los apóstoles. Vino a nosotros cual fruto maduro: y no sólo cual fruto maduro, sino como fruto que madura en los montes. Y para que no hubiera nada duro ni inmaduro en nuestros proyectos, nada violento ni áspero en nuestras acciones y en nuestras costumbres, él fue el primero que se presentó anunciándonos la Buena Noticia. Por eso dijo: Yo el que hablaba, aquí estoy. Esto es, yo que hablaba en los profetas, estoy presente en el cuerpo que asumí de la Virgen; estoy aquí yo que soy la imagen de Dios invisible e impronta de su sustancia, y estoy aquí también como hombre. Pero ¿quién me conoce? Vieron al hombre y le creyeron superhombre por sus obras.
Apresurémonos, pues, a él, en quien está el sumo bien: pues él es la bondad; él es la paciencia de Israel, que te llama a penitencia, a fin de que no seas convocado a juicio, sino que puedas recibir la remisión de los pecados. Haced —dice— penitencia. El es el sumo bien que de nadie necesita y abunda en todo. Y tal es su abundancia, que de su plenitud todos hemos recibido y en él fuimos colmados, como dice el evangelista". San Ambrosio de Milán, Carta 29.

sábado, 28 de enero de 2012

Buena es la oración con el ayuno y la limosna

"Los que oran no han de presentarse ante Dios con meras preces infructuosas y estériles. La petición es ineficaz cuando se acude a Dios con una oración estéril. Pues, si al árbol que no da fruto se le tala y se le echa al fuego, de igual modo las palabras sin fruto no pueden granjearse el favor de Dios, por ser infecundas en obras. Por eso la divina Escritura nos instruye diciendo: Buena es la oración con el ayuno y la limosna. Porque el que el día del juicio otorgará el premio por las obras y las limosnas, también hoy escucha benignamente al que se acerca a la oración acompañado de obras. Por eso precisamente mereció ser escuchada la oración del capitán Cornelio: daba muchas limosnas al pueblo y oraba regularmente.
Suben inmediatamente a Dios las oraciones que van recomendadas por los méritos de nuestras obras. Así el ángel Rafael se presentó a Tobías, siempre atento a la oración y a las buenas obras, diciendo: Es un honor revelar y proclamar las obras de Dios. Cuando orabais tú y Sara yo presentaba vuestras oraciones en el acatamiento de Dios.
Dios promete estar presente y dice que escuchará y protegerá a los que desatan de su corazón los nudos de injusticia y, secundando sus mandatos, ejercitan la limosna con los servidores de Dios; y así, mientras escuchan lo que Dios manda hacer, ellos mismos se hacen dignos de ser escuchados por Dios. El bienaventurado apóstol Pablo, socorrido por los hermanos en una necesidad extrema, califica de sacrificios a Dios las obras buenas. Estoy plenamente pagado —dice— al recibir lo que me mandáis con Epafrodito: es un incienso perfumado, un sacrificio aceptable que agrada a Dios. En efecto, cuando uno se apiada del pobre presta a interés a Dios, y cuando da a los más humildes es a Dios a quien da: es como si le ofreciera a Dios sacrificios espirituales de suave olor". San Cipriano de Cartago, Tratado sobre el Padrenuestro.

jueves, 26 de enero de 2012

La unanimidad y la paz

"Cuando el Señor recomendó a sus discípulos la unanimidad y la paz, les dijo: Os aseguro que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos, demostrando que se concede mucho no a la multitud, sino a la unanimidad de los suplicantes. Si dos de vosotros —dice— se ponen de acuerdo: pone como primera condición la unanimidad; antes había hablado de la paz y de la concordia y nos insistió en que leal y firmemente hagamos lo posible por ponernos de acuerdo". San Cipriano de Cartago, Tratado sobre la unidad de la Iglesia católica.

martes, 24 de enero de 2012

Conózcate a ti

"Conózcate a ti, Conocedor mío, conózcate a ti como tú me conoces. Fuerza de mi alma, entra en ella y ajústala a ti, para que la tengas y poseas sin mancha ni arruga. Esta es mi esperanza, por eso hablo; y en esta esperanza me gozo cuando rectamente me gozo. Las demás cosas de esta vida tanto menos se han de llorar cuanto más se las llora, y tanto más se han de deplorar cuanto menos se las deplora. He aquí que amaste la verdad, porque el que realiza la verdad se acerca a la luz. Yo quiero obrar según ella, delante de ti por esta mi confesión, y delante de muchos testigos por este mi escrito". San Agustín de Hipona, Confesiones.

domingo, 22 de enero de 2012

La pedagogía de Dios

"Con razón el Logos es llamado pedagogo, pues a nosotros, niños, nos conduce a la salvación. Por eso ha dicho clarísimamente de sí mismo por boca del profeta Oseas: Yo soy vuestro preceptor. Pedagogía es, el culto divino, comprensivo de una educación en el servicio de Dios, de una introducción al conocimiento de la verdad y de una buena formación que conduce al cielo. La palabra pedagogía es polivalente: está la pedagogía del que es conducido y enseñado y la del que conduce y enseña; pedagogía es, en tercer lugar, la misma formación recibida y, en cuarto lugar, las materias objeto del aprendizaje, por ejemplo, los mandamientos. Existe la pedagogía según Dios, que es la señalización del recto camino hacia la verdad, en orden a la contemplación de Dios, así como la indicación de una conducta santa que tiene como meta la eterna perseverancia. Como el general conduce a su ejército velando por la seguridad de sus soldados, y como el piloto maneja el timón de la nave atento a la salvación de los pasajeros, así también el pedagogo conduce a los niños a un tenor de vida saludable, en aras de su solicitud por nosotros. Y, en general, todo cuanto razonablemente pudiéramos pedir a Dios, lo obtendremos si obedecemos al pedagogo". San Clemente de Alejandría, El pedagogo, Libro 1, cap 7.

viernes, 20 de enero de 2012

La aurora nos ha regalado un nuevo sol

"Velad, hermanos, orando incesantemente, velad y comportaos circunspectamente, teniendo especialmente en cuenta que ya ha amanecido la mañana del día sin ocaso después que la luz eterna ha retornado de los infiernos más serena y favorable para nosotros y la aurora nos ha regalado un nuevo sol. Realmente ya es hora de espabilarse, porque la noche está avanzada, el día se echa encima. Velad —repito--, para que os ilumine la luz de la mañana, es decir, Cristo, cuyo origen está dispuesto desde antiguo, preparado para renovar frecuentemente el misterio de su matinal resurrección en beneficio de quienes velan por él. Entonces sí, entonces cantarás con el corazón rebosante de júbilo: El Señor es Dios: él nos ilumina. Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo; esto es, cuando haya dejado brillar para ti la luz que tiene escondida entre sus manos, diciendo a quien es amigo suyo que ella es su lote y que le es posible acceder a ella". Beato Guerrico de Igny, Sermón 3 sobre la Resurrección del Señor.

miércoles, 18 de enero de 2012

Conviene orar y hacer votos a Dios

"Debemos orar, pero no de una manera mecánica, ni por el gusto de enhebrar palabras, ni por la costumbre de guardar silencio o de ponerse de rodillas, sino con sobriedad, esperando a Dios con el espíritu recogido, cuando él decidiese hacerse presente y visitar al alma a través de sus facultades externas y por conducto de los órganos de los sentidos; de esta forma, tanto cuando convenga orar en silencio, como cuando haya que rezar en voz alta o incluso a gritos, la mente estará fija en Dios. Pues lo mismo que cuando el cuerpo realiza un trabajo cualquiera, todo él se concentra en la obra que se trae entre manos y todos sus miembros se ayudan unos a otros, así también el alma debe consagrarse toda ella a la petición y al amor del Señor, de modo que ni se entretenga en bagatelas o se deje distraer por las preocupaciones, sino que toda su esperanza y su expectación estén colocadas en Cristo. De este modo seremos iluminados por aquel que enseña el método correcto de la oración de petición y sugiere una oración pura y espiritual, digna de Dios, y la adoración que se hace en espíritu y verdad. Y lo mismo que el mercader de profesión no se contenta con una sola fuente de ingresos, sino que especula sobre todos los medios a su alcance para aumentar y acumular ganancias, empleando su habilidad y su ingenio ya en uno ya en otro negocio; y pasando de uno a otro método, da de lado los mercados improductivos por otros más rentables: así también nosotros debemos adornar nuestra alma acudiendo a los más variados artificios, a fin de poder ganarnos la suprema y ' auténtica ganancia, es decir, Dios, que nos enseñe a orar en verdad. Con esta condición, Dios descansará en la buena intención del alma, haciendo de ella el trono de su gloria, poniendo en ella su asiento y descansando en ella". De una antigua homilía del siglo V.

lunes, 16 de enero de 2012

Sé súbdito del Señor e invócale

"Sé súbdito del Señor e invócale. No sólo se te aconseja que estés sujeto a Dios, sino que invoques al Señor y así puedas llevar a feliz término tu deseo de sujeción a Dios. Pues añade: Encomienda tu camino al Señor, confía en él. No sólo te conviene encomendar a Dios tu camino sino también confiar en él. La verdadera sumisión no es ni abyecta ni vil, sino gloriosa y sublime, pues está sujeto a Dios, quien hace la voluntad del Señor". San Ambrosio de Milán, Comentario sobre el salmo 36.  

sábado, 14 de enero de 2012

El error es múltiple; la virtud, una

"Desde el cielo Dios revela su reprobación de toda impiedad e injusticia de los hombres que tienen la verdad prisionera de la injusticia. Observa la prudencia de Pablo, cómo del tono persuasivo de la exhortación, pasa al más vehemente de la amenaza. Después de haber dicho que el evangelio es fuente de salvación y de vida, y que ha sido la potencia de Dios la que ha operado la salvación y la justicia, pasa seguidamente a las amenazas para infundir temor en los que no le hacen caso. Y comoquiera que son muchos los hombres que se dejan arrastrar a la virtud no tanto por la promesa del premio, cuanto por el temor al castigo, los atrae alternando exhortaciones y amenazas". San Juan Crisóstomo, Homilía 3 sobre la carta a los Romanos.

jueves, 12 de enero de 2012

Mi sacrificio es un espíritu quebrantado

"¿Quieres aplacar a Dios? Conoce lo que has de hacer contigo mismo para que Dios te sea propicio. Atiende a lo que dice el mismo salmo: leemos en efecto: Los sacrificios no te satisfacen; si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Pero, ¿es que vas a prescindir del sacrificio?, ¿no vas a ofrecer nada?, ¿no vas a aplacar a Dios con alguna oblación? ¿Qué es lo que acabas de decir? Los sacrificios no te satisfacen; si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Continúa, escucha y di: Mi sacrificio es un espíritu quebrantado, un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias. Rechazando lo que ofrecías, has comprendido lo que has de ofrecer". San Agustín de Hipona, Sermón 19.

martes, 10 de enero de 2012

Producid el fruto que la conversión pide

"Sobre nuestro siglo pende la amenaza de una gran ira: todo el mundo deberá sufrir la ira de Dios. La ira de Dios provocará la subversión de la inmensidad del cielo, de la extensión de la tierra, de las constelaciones estelares, del resplandor del sol y de la nocturna serenidad de la luna. Y todo esto sucederá por culpa de los pecados de los hombres. En todo tiempo, es verdad, la cólera de Dios se desencadenó únicamente sobre la tierra, porque todos los vivientes de la tierra se habían corrompido en su proceder; ahora, en cambio, la ira de Dios va a descargar sobre el cielo y la tierra: los cielos perecerán, tú permaneces –se dirige a Dios–, se gastarán como la ropa. Considerad la calidad y la extensión de la ira que va a consumir el mundo entero y a castigar a cuantos son dignos de castigo: no le va a faltar materia en que ejercerse. Cada uno de nosotros suministramos con nuestra conducta materia a la ira. Dice, en efecto, san Pablo a los Romanos: Con la dureza de tu corazón impenitente te estás almacenando castigos para el día del castigo, cuando se revelará el justo juicio de Dios".  Orígenes, Homilía 22 sobre el Evangelio de san Lucas.

domingo, 8 de enero de 2012

Seamos por la gracia, hijos de Dios

"Al introducir en el mundo a su primogénito, dice Dios: «Adórenlo todos los ángeles». Nosotros, en cambio, aunque estemos ungidos por el Espíritu Santo, seamos, por la gracia, contados entre los hijos de Dios y hasta se nos llame en ocasiones dioses, no olvidamos, sin embargo, la mediocridad de nuestra naturaleza. Procedemos efectivamente de la tierra y somos contados entre los siervos; mientras que él no está supeditado a las leyes de nuestra naturaleza, sino que, siendo Hijo por naturaleza y en verdad, es el Señor de todo el universo, y se ha dignado bajar desde los cielos hasta nosotros.
Los que hemos decidido mantenernos dentro de la ortodoxia, no osemos afirmar que Dios sea el padre de la carne, ni tampoco que la naturaleza divina ha nacido de una mujer antes de revestirse de la naturaleza humana: afirmamos que al Verbo, que de Dios tiene la naturaleza, y al hombre que nació perfecto de la Virgen santa, coincidiendo en la unidad, lo adoraremos como un único Señor y Cristo Jesús; de forma que a este único ni le excluyamos de la esfera de la divinidad en razón de la carne asumida, ni le incluyamos en los límites de la sola naturaleza humana en razón de la semejanza que comparte con nosotros.
Bien sentada esta doctrina, es fácil comprender por qué razón el Verbo, engendrado por Dios, soportó el voluntario anonadamiento, por qué motivo él, que por su naturaleza era libre, tomando la condición de siervo, se rebajó a sí mismo; de qué modo, finalmente, tiende una mano a los hijos de Abrahám y el Verbo-Dios se hace partícipe de la carne y de la sangre".  San Cirilo de Alejandría, Carta primera.

viernes, 6 de enero de 2012

Obedecer a Dios antes que a los hombres

"Así pues, es justo y santo, hermanos, obedecer a Dios antes de seguir a quienes por soberbia y espíritu de rebeldía se han constituido en cabecillas de una detestable rivalidad. Pues no sólo sufriríamos un no leve detrimento, sino que correríamos un grave riesgo si inconsideradamente nos confiáramos a los planes de unos hombres que urden rivalidades y sediciones con el fin de apartarnos de la rectitud y de la bondad. Seamos benévolos unos con otros, imitando las entrañas de misericordia y bondad de nuestro Creador". San Clemente Romano, Carta a los Corintios, 14.

miércoles, 4 de enero de 2012

Estar apercibidos para toda obra buena

"Por inspiración del divino Espíritu escribieron los sagrados escritores aquellos libros que Dios, conforme a su paterna caridad con el género humano, quiso liberalmente dar para enseñar, para convencer, para corregir, para dirigir en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté apercibido para toda obra buena (2Tim 3,16ss). No es, pues, de admirar que la santa Iglesia, tratándose de este tesoro dado del cielo, que ella posee como preciosísima fuente y divina norma de la doctrina sobre la fe y las costumbres, así como lo recibió incontaminado de manos de los apóstoles, así lo haya custodiado con todo esmero, defendido de toda falsa y perversa interpretación y empleado solícitamente en el ministerio de comunicar a las almas la salud sobrenatural, como lo atestiguan a toda luz casi innumerables documentos de todas las edades". Pío XII, Encíclica Divino Afflante Spiritu, 1.

lunes, 2 de enero de 2012

El fuego que es Dios

"Y si tratas de averiguar como sean estas cosas, pregúntalo a la gracia, pero no a la doctrina; al deseo, pero no al entendimiento; al gemido de la oración, pero no al estudio de la lección; al esposo, pero no al maestro; a la tiniebla pero no a la claridad; a Dios, pero no al hombre; no a la luz, sino al fuego, que inflama totalmente y traslada a Dios con excesivas unciones y ardentísimos afectos. Fuego que ciertamente, es Dios, y fuego cuyo horno está en Jerusalén, y que lo encendió Cristo con el fervor de su ardentísima pasión y lo experimenta, en verdad, aquel que viene a decir Mi alma ha deseado el suplicio y mis huesos la muerte. El que ama está muerto, puede ver a Dios, porque, sin duda alguna, son verdaderas estas palabras: No me verá hombre alguno sin morir". San Buenaventura, Itinerarium mentis in Deum, Cap. VII, 6.