Non nobis, Domine, non nobis, sed nomine tuo da gloriam. Psal 113, 9

miércoles, 27 de mayo de 2015

El mayor acto de caridad

"El mayor acto de caridad hacia el prójimo es salvar su alma del infierno". San Juan Maria Vienney, Cura de Ars.

lunes, 25 de mayo de 2015

La reina de todos los vicios

"La soberbia es la reina de todos los vicios… Ella impide juzgar con equidad. Hace levantar la voz; inspira un silencio amargo, una alegría disoluta, una tristeza furiosa, actos imprudentes, un porte altivo y respuestas agrias. El alma de los soberbios es siempre fuerte para imponer una afrenta, y débil para sufrirla; es perezosa para obedecer, importuna para herir a los demás, lenta para hacer lo que debe, y dispuesta a hacer lo que no debe. Ninguna exhortación puede inclinarla hacia aquello que no desea; y por el contrario, trata de verse obligada a hacer lo que apetece". San Gregorio Magno, Lib. Moral, 3.

sábado, 23 de mayo de 2015

Participar de una vida bienaventurada

Aquella divina misión que, recibida del Padre en beneficio del género humano, tan santísimamente desempeñó Jesucristo, tiene como último fin hacer que los hombres lleguen a participar de una vida bienaventurada en la gloria eterna; y, como fin inmediato, que durante la vida mortal vivan la vida de la gracia divina, que al final se abre florida en la vida celestial.
Por ello, el Redentor mismo no cesa de invitar con suma dulzura a todos los hombres de toda nación y lengua para que vengan al seno de su Iglesia: Venid a mí todos; Yo soy la vida; Yo soy el buen pastor. Mas, según sus altísimos decretos, no quiso El completar por sí sólo incesantemente en la tierra dicha misión, sino que, como El mismo la había recibido del Padre, así la entregó al Espírítu Santo para que la llevara a perfecto término. Place, en efecto, recordar las consoladoras frases que Cristo, poco antes de abandonar el mundo, pronunció ante los apóstoles: «Os conviene que yo me vaya, porque si no me voy, no vendrá vuestro abogado; en cambio, si me voy, os lo enviaré».
Y al decir así, dio como razón principal de su separación y de su vuelta al Padre el provecho que sus discipulos habían de recibir de la venida del Espíritu Santo; al mismo tiempo que mostraba cómo éste era igualmente enviado por El y, por lo tanto, que de El procedía como del Padre; y que como abogado, como consolador y como maestro concluiría la obra por El comenzada durante su vida mortal. La perfección de su obra redentora estaba providentísimamente reservada a la múltiple virtud de este Espíritu, que en la creación adornó los cielos y llenó la tierra. León XIII, Encíclica Divinun illud munus, 1.

jueves, 21 de mayo de 2015

Resguardar la fe

“Debéis trabajar con mucho cuidado y diligencia para resguardar la fe en medio de esta gran conspiración de hombres perversos que tratan de mutilarla y destruirla”. Papa Gregorio XVI, Encíclica Mirari vos.

martes, 19 de mayo de 2015

Buen combate

“Vosotros debéis luchar con energía, ya que conocéis muy bien las grandes heridas que ha sufrido la inmaculada Esposa de Jesucristo y cuán vigoroso es el ataque destructivo de sus enemigos”. Papa Pío IX.

domingo, 17 de mayo de 2015

Acción y verdad

“Reservar la acción para el porvenir sería una falta; reservar la verdad, sería una falta más inmensa todavía”. Cardenal Pie.

viernes, 15 de mayo de 2015

miércoles, 13 de mayo de 2015

Ejercicios Espirituales

"Los Ejercicios Espirituales son todo lo mejor que yo puedo en esta vida pensar, sentir y entender, para que el hombre se pueda aprovechar a sí mismo y para poder fructificar, y ayudar a otros muchos". San Ignacio de Loyola, Carta al P. Manuel Miona, 16 de nov. 1536.

lunes, 11 de mayo de 2015

Ofrece toda tu vida a Dios

"Ofrece tu fe para castigar la incredulidad; ofrece tu ayuno para poner fin a la voracidad; ofrece tu castidad para que muera la sensualidad; sé ferviente para que cese la maledicencia; haz obras de misericordia para poner fin a la avaricia; y para suprimir la tontería, ofrece tu santidad. Así tu vida se convertirá en tu ofrenda si no ha sido herida por el pecado. Tu cuerpo vive, sí, vive, cada vez que matando el mal en ti, ofreces a Dios virtudes vivas". San Pedro Crisólogo, Sermón 108.

sábado, 9 de mayo de 2015

Buenos súbditos

“Habiendo peligro próximo para la Fe, los prelados deben ser argüidos incluso públicamente por los súbditos”. Santo Tomás de Aquino, O.P., Suma Teológica, II-II, 33, 4-2.

jueves, 7 de mayo de 2015

Uno de los más extraños monstruos

“De hecho, sería uno de los más extraños monstruos que se podría ver; que el jefe de la Iglesia no fuera de la Iglesia”. San Francisco de Sales, The Catholic Controversy, edición inglesa, Rockford, IL: Tan Books, 1989, p. 45.

martes, 5 de mayo de 2015

Signo del anticristo

“… el signo distintivo del anticristo, el hombre que se pone con temeridad infinita en el lugar de Dios…”. San Pío X, E Supremi Apostolatus, 4 de octubre de 1903.

domingo, 3 de mayo de 2015

Benditas almas del Purgatorio

“La Iglesia católica, instruida por el Espíritu Santo, ha enseñado, basada en la Sagrada Escritura y en la tradición antigua de los Padres, en sus concilios y más recientemente en este sínodo ecuménico, que el purgatorio existe, y que las almas allí detenidas, son socorridas por las oraciones de los fieles y sobre todo por el sacrificio aceptable del altar”. Papa Pío IV, Concilio de Trento, sesión 25, 3 a 4 de diciembre de 1563.

viernes, 1 de mayo de 2015

Venid a mí, apended de mí

Te veo, buen Jesús, con los ojos que tú has abierto en mi interior, te veo gritando y llamando a todo el género humano: “Venid a mí, aprended de mí” ¿Cuál es la lección?...tú, por quien todo ha sido creado...¡cuál es la lección que venimos a aprender en tu escuela? “...Que soy sencillo y humilde de corazón”. (Mt 11,29) Aquí están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia (cf Col,23): aprender esta lección capital: ser sencillos y humildes de corazón... 
Que escuchen, que vengan a ti, que aprendan de ti a ser sencillos y humildes de corazón los que buscan tu misericordia y tu verdad, viviendo para ti y no para ellos mismos. Que lo escuche aquel que sufre, que está cargado con un fardo que le hace desfallecer, hasta tal punto de no atreverse a levantar los ojos hacia el cielo, el pecador que golpea su pecho y se queda a distancia. (cf Lc 18,13) Que lo oiga el centurión que no se sentía digno que tú entraras en su casa (Lc 7,6) Que lo oiga Zaqueo, el jefe de los publicanos cuando devuelve cuatro veces el fruto de su pecado (Lc 19,8) Que lo oiga la mujer que había sido pecadora en la ciudad y que derramaba tantas lágrimas a tus pies por haber estado tan alejado de tus pasos. (Lc 7,37) Que lo escuchen, las mujeres de la vida y los publicanos que en el Reino de los cielos preceden a los escribas y fariseos. Que lo oigan los enfermos de toda clase con quienes compartías la mesa y te acusaron de ello... 
Todos estos, cuando se vuelven hacia ti, se convierten fácilmente en gente sencilla y humilde ante ti, acordándose de su vida llena de pecado y de tu misericordia llena de perdón, porque “cuanto más se multiplicó el pecado, más abundó la gracia.” (Rm 5,20). San Agustín de Hipona, Tratado sobre la virginidad, 35-36.