"Ofrece tu fe para castigar la incredulidad; ofrece tu ayuno para poner fin a la voracidad; ofrece tu castidad para que muera la sensualidad; sé ferviente para que cese la maledicencia; haz obras de misericordia para poner fin a la avaricia; y para suprimir la tontería, ofrece tu santidad. Así tu vida se convertirá en tu ofrenda si no ha sido herida por el pecado. Tu cuerpo vive, sí, vive, cada vez que matando el mal en ti, ofreces a Dios virtudes vivas". San Pedro Crisólogo, Sermón 108.