Non nobis, Domine, non nobis, sed nomine tuo da gloriam. Psal 113, 9

lunes, 26 de enero de 2015

Lo que recibimos de Dios

"Lo que damos a Dios es muy poco digno de él y lo que nos da es muy superior a nosotros. Se nos contrata para un trabajo proporcionado a nuestras fuerzas, pero se nos propone un salario mucho mayor que el que merece nuestro trabajo. [...] Se trata de la misma manera a los primeros que a los últimos; «recibieron un denario cada uno» que llevaba la imagen del Rey. Todo esto significa el pan de vida (Jn 6, 35) que es el mismo para todos; es único el remedio de vida para los que lo comen". San Efrén, Diatessaron, 15.

sábado, 24 de enero de 2015

Vocación

“El fin de la religión cristiana consiste principalmente, a nuestro parecer, en apartar a los hombres de las cosas terrenas y hacerlos tender a las espirituales. De ahí que Jesús, autor y término de la fe, al venir a este mundo predicara a sus fieles con el ejemplo y la palabra, el desprecio de las cosas del siglo. Con el ejemplo, pues como dice San Agustín, el Señor Jesús hecho hombre despreció todos los bienes terrenos para enseñarnos a despreciarlos, y soportó todos los males terrenos que mandaba soportar, para que ni en aquéllos se busque la felicidad, ni en éstos se tema la infelicidad. Nació de una madre que, aunque haya concebido sin conocer varón y permaneciendo siempre virgen, estaba desposada con un obrero, borrando así todo título de nobleza según la carne. Nació en Belén, la más pequeña entre las ciudades de Judá, para que nadie se gloriase de la grandeza de la ciudad terrena. Se hizo pobre aquél cuyas son todas las cosas y por quien todas las cosas fueron hechas, para que nadie se enorgullezca de las riquezas terrenas. No quiso ser proclamado rey por los hombres, para mostrarnos el camino de la humildad. Tuvo hambre el que a todos alimenta; tuvo sed el que creó toda bebida; se cansó de caminar quien se hizo por nosotros camino del cielo; fue crucificado quien puso término a nuestros tormentos; murió quien resucitó a los muertos.
Todo esto lo enseñó también de palabra, puesto que al comenzar su predicación, no prometió reino terreno alguno, sino el reino de los cielos para los que hicieran penitencia.
Fundó la felicidad primera de sus discípulos en la pobreza de espíritu, a la cual señala como el camino de la perfección al responder a la pregunta del joven: Si quieres ser perfecto, anda y vende cuanto tienes, y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; ven, después, y sígueme (Mt 19,21) y éste es el camino que siguieron los discípulos, como si nada poseyesen temporalmente, pero poseyéndolo todo espiritualmente por la virtud. Con tener lo necesario para alimentarse y vestirse, ya estaban contentos.
Pero el diablo, el enemigo de la salvación humana, desde tiempos antiguos procura por medio de los hombres carnales, enemigos de la Cruz de Cristo, aficionados a lo terreno, estorbar tan piadosas como saludables aspiraciones.
Dice San Agustín: "Los hombres, las mujeres, toda edad y toda dignidad han sido transformados en vista a la vida eterna. Unos, desechando los bienes temporales, vuelan a los divinos. Otros aprueban las virtudes de quienes así proceden y alaban lo que no se atreven a imitar. Pero existen aún unos pocos murmuradores, atormentados por una envidia tonta, son los que buscan en la Iglesia sus propios intereses aunque en apariencia sean católicos; o buscan su gloria valiéndose del nombre de Cristo siendo en realidad herejes”. Santo Tomás de Aquino, O.P., Contra retraentes, Prólogo.

jueves, 22 de enero de 2015

Acción de gracias

“La acción de gracias después de la Misa no habría de terminar sino con el día [...]. El tiempo que sigue a la Misa es tiempo de negociar con Dios y de hacerse con tesoros celestiales”. San Alfonso María de Ligorio, Misa y Oficio atropellados.


martes, 20 de enero de 2015

Gratitud

"El don de la fe, al cual siguen en las almas por gracia de Dios tan incomparables riquezas, exige que sin cesar mostremos nuestra gratitud al Señor, su divino Autor". Pío XII, Encíclica Fidei Donum, 1.

domingo, 18 de enero de 2015

El método del enemigo

El método del diablo es el de mezclar siempre la verdad con el error, revestido éste con las apariencias y colores de la verdad, de manera que pueda seducir fácilmente a los que se dejan engañar. Por eso el Señor sólo habla de la cizaña porque esta planta se parece al trigo. Seguidamente indica cómo lo hace para engañar: «mientras la gente dormía». Por ahí se ve el grave peligro que corren los jefes, sobre todo aquellos a quienes les ha sido confiada la guarda del campo; por otra parte, ese peligro no amenaza sólo a los jefes, sino también a los subordinados. Esto mismo nos enseña que el error viene después de la verdad... Cristo nos dice todo esto para enseñarnos a no dormirnos..., de ahí la necesidad de la vigilancia de un guardia. Y también nos dice: «El que persevere hasta el final, se salvará» (Mt 10,22). 
Considera ahora el celo de los criados: quieren arrancar la cizaña inmediatamente; es cierto que, aunque les falte reflexión, dan pruebas de su solicitud por la simiente. Sólo buscan una cosa que no es vengarse del que ha sembrado la cizaña sino de salvar la cosecha; por eso quieren echar totalmente el mal del campo... ¿Y qué responde el Maestro? Se lo priva por dos razones: la primera el temor de perjudicar el trigo; la segunda, la certeza de que un castigo inevitable se abatirá sobre los que están afectados de esa enfermedad mortal. Si queremos que se les castigue sin que se perjudique la cosecha, debemos esperar el momento conveniente... Por otra parte ¿es posible que una parte de esa cizaña se convierta en trigo? Si lo arrancáis ahora podéis perjudicar la próxima cosecha arrancando a los que podrían llegar a ser mejores. San Juan Crisóstomo, Homilías sobre san Mateo, 46, 1-2.

viernes, 16 de enero de 2015

Amistad espiritual

"Amad a todo el mundo con un amor grande de caridad, pero no tengáis trato de amistad más que con los que podéis intercambiar cosas buenas... Si intercambiáis en el terreno del conocimiento, ciertamente que vuestra amistad es laudable; más aún si compartís con ellos en el terreno de la prudencia, de la discreción, de la fuerza y de la justicia. Pero si vuestra relación está fundada sobre la caridad, la devoción y la perfección cristiana, ¡Dios mío, qué preciosa será vuestra amistad! Será excelente porque viene de Dios, excelente porque tiende a Dios, excelente porque Dios es su lazo de unión, porque durará eternamente en Dios. ¡Qué bueno es amar sobre la tierra como se ama en el cielo, aprender a amarse en este mundo tal como lo haremos eternamente en el otro! 
Yo no hablo aquí del simple amor de caridad, porque éste se debe a todos los hombres; sino que hablo de la amistad espiritual mediante la cual dos o tres, o muchos, comulgan en la vida espiritual y se hacen un solo espíritu entre ellos. Es con todo derecho que estas almas dichosas pueden cantar: «¡Ved qué dulzura, qué delicia convivir los hermanos unidos!» (Sl 132,1)... Me parece que todas las demás amistades no son otra cosa que la sombra de ésta... Para los cristianos que viven en el mundo es necesario que se ayuden unos a otros con santas amistades; mediante ella se ayudan, se sostienen, se acompañan mutuamente hacia el bien... Nadie podrá negar que Nuestro Señor haya amado con una amistad del todo dulce y del todo especial a san Juan, a Lázaro, a Marta y a Magdalena, porque la Escritura da testimonio de ello". San Francisco de Sales, Introducción a la vida devota, III, 19. 

miércoles, 14 de enero de 2015

La verdadera pobreza

“La pobreza hace al hombre humilde”, dice la Escritura y Cristo empieza sus Bienaventuranzas por ésta: “Dichosos los pobres en el espíritu”... ¿Queréis conocer el elogio de la humildad? Jesucristo la abrazó él mismo, él que “no tenía dónde reclinar su cabeza”....Pablo, su apóstol decía: “nos consideran pobres pero enriquecemos a muchos.” y Pedro dice: “No tengo oro ni plata...” No hay, pues, que considerar la pobreza como un deshonor, ya que, comparados con la virtud, todos los bienes de este mundo no son más que paja y polvo. ¡Amemos, pues, la pobreza si queremos poseer el reino de los cielos! “Lo que tienes, dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo.”... 
Nadie es más rico que aquellos que abrazan la pobreza voluntariamente y la aman con gozo. Son más ricos que un emperador. Los reyes temen perder lo que les es necesario, mientras que a los pobres, de los que hablamos aquí, no les falta de nada. No temen nada. Os pregunto, pues, de los dos ¿quién es más rico, el que teme constantemente perder sus riquezas o el que goza de lo poco como si estuviera nadando en abundancia?... El dinero hace al hombre esclavo, “ciega los ojos del sabio”, dice la Escritura... Compartid vuestros bienes con los pobres y llegará el día en que comprenderéis esta feliz parábola: “Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo”.  San Juan Crisóstomo, Homilía 18 sobre la epístola a los hebreos.

lunes, 12 de enero de 2015

Señor, auméntanos la fe!

“Señor, auméntanos la fe!” (Lc 17,6) Meditemos las palabras de Cristo y digamos: si no permitiéramos a nuestra fe debilitarse o incluso enfriarse y perder su fuerza, poniendo nuestros pensamientos en cosas fútiles y vanas, dejaríamos de dar importancia a las cosas de este mundo, y recogeríamos nuestra fe en un rincón de nuestra alma. 
La sembraríamos como el grano de mostaza en el jardín de nuestro corazón, después de haber arrancado toda la cizaña, y el grano germinaría. Con una firme confianza en la palabra de Dios trasladaremos montañas de aflicción, mientras que cuando nuestra fe es débil, no desplazaremos ni siquiera un puñado de arena. Para acabar esta conversación, os diré que como todo consuelo espiritual necesita como base la fe, y que nadie más que Dios nos la puede dar, no debemos dejar de pedirla. Santo Tomás Moro, Diálogo sobre el consuelo en las tribulaciones.

sábado, 10 de enero de 2015

La caridad: virtud superior

"Cuando os digo de imitar al apóstol Pablo, no es que os diga: Resucitad a los muertos, curad a los leprosos. Sino que os digo lo mejor: tened caridad. Tened el mismo amor que animaba a san Pablo, porque esta virtud es muy superior al poder de hacer milagros. Allí donde hay caridad, el Hijo de Dios reina con su Padre y el Espíritu Santo. Él mismo lo ha dicho: «Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». Amar es encontrarse unidos, es el carácter de una amistad tan fuerte como real. 
Me diréis: ¿Es que hay gente tan miserable como para no desear tener a Cristo en medio de ellos? Sí, nosotros mismos, hijos míos; le echamos de entre nosotros cuando luchamos los unos contra los otros. Me diréis: ¿Qué dices? ¿No ves como estamos reunidos en su nombre, todos dentro las mismas paredes, en el recinto de la misma iglesia, atentos a la voz de nuestro pastor? No hay la más pequeña disensión en la unidad de nuestros cánticos y plegarias, escuchando juntos a nuestro pastor. ¿Dónde está la discordia? 
Sé bien que estamos en el mismo aprisco y bajo el mismo pastor. Y no puedo llorar más amargamente... Porque si en este momento estáis pacíficos y tranquilos, al salir de la iglesia éste critica al otro; uno injuria públicamente a otro, uno se encuentra devorado por la envidia, los celos o la avaricia; el otro medita la venganza, otro la sensualidad, la duplicidad o el fraude. [...] Respetad, respetad pues, esta mesa santa de la cual comulgamos todos; respetad a Cristo inmolado por todos; respetad el sacrificio que se ofrece sobre este altar en medio de nosotros". San Juan Crisóstomo, Homilía sobre la carta a los Romanos.

jueves, 8 de enero de 2015

Vigilar constantemente

“Nadie enciende una lámpara y la tapa con una vasija o la oculta debajo de la cama” De nuevo, por estas palabras, Jesús incita a sus discípulos a llevar una vida irreprochable, aconsejándolos de vigilar constantemente su proceder, ya que están colocados ante los ojos de todos los hombres, como atletas en un estadio, vistos por todo el universo. (cf 1Cor 4,9) 
Les dice: “No digáis: ‘estamos tranquilos, metidos en este rincón de mundo’, porque seréis visibles ante todos los hombres como una ciudad edificada sobre un monte (cf Mt 5,14), como una lámpara que se pone en el candelero. [...] Soy yo quien he encendido vuestra luz, pero vosotros tenéis que mantenerla, no sólo para provecho propio sino por interés de todos aquellos que os verán y serán conducidos por ella a la verdad. Las peores maldades no podrán echar ninguna sombra sobre vuestra luz si vivís como quienes están llamados a llevar a todos al bien supremo. Que vuestra vida responda, pues, a vuestro ministerio para que la gracia de Dios sea anunciada por todo el mundo. San Juan Crisóstomo, Homilía 15, sobre el evangelio de Mateo.

martes, 6 de enero de 2015

La venida del Salvador

“He venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!” El Señor quiere que seamos vigilantes, esperando de un momento a otro la venida del Salvador... Pero como el provecho es poco y débil el mérito cuando es el temor al suplicio lo que nos aparta del camino errado, porque el amor tiene un valor superior, por esto el Señor mismo.....inflama nuestro deseo de Dios cuando dice: “He venido a prender fuego en el mundo “. Desde luego no un fuego que destruye, sino aquel que genera una voluntad dispuesta, aquel que purifica los vasos de oro de la casa del Señor, consumiendo la paja (1 Cor 13,12ss) limpiando toda ganga del mundo, acumulada por el gusto de los placeres mundanos, obra de la carne que tiene que perecer. San Ambrosio de Milan, Tratado sobre San Lucas, 7: 131.

domingo, 4 de enero de 2015

Caminos de conversión

"He aquí los cinco caminos de conversión: primero la reprobación de nuestros pecados, después el perdón concedido a las ofensas del prójimo; el tercero consiste en la oración; el cuarto en la limosna; el quinto en la humildad. No te quedes, pues, inactivo, sino que sigue cada día todos estos caminos; son caminos fáciles y no puedes poner como pretexto tu miseria.
Porque, aunque tú vivas en la mayor pobreza, puedes abandonar tu cólera, practicar la humildad, orar asiduamente y reprobar tus pecados; tu pobreza no es obstáculo para nada de ello. Si es verdad que en este camino de conversión se trata de dar sus riquezas, la misma la pobreza no nos impide de cumplir el mandamiento. Lo vemos claramente en la viuda que daba sus dos pequeñas monedas.
Ahí tenemos cómo curar nuestras heridas; apliquemos el remedio. Retornados a la verdadera salud, acerquémonos apresuradamente a la mesa santa y con gran gloria vayamos al encuentro del rey de la gloria, Cristo. Obtengamos los bienes eternos por la gracia, la misericordia y la bondad de Jesucristo nuestro Señor". San Juan Crisóstomo, Sermón sobre el diablo tentador.

viernes, 2 de enero de 2015

Fijemos nuestra mirada en Dios

"Fijemos nuestra mirada sobre el Padre y Creador del mundo entero; acojamos sus dones de paz y sus beneficios, magníficos, incomparables. Contemplemos con el pensamiento y consideremos con los ojos del alma la gran paciencia con sus designios; reflexionemos cómo actúa pacíficamente con su creación... Porque derrama sus beneficios sobre toda la creación, pero a nosotros nos los prodiga sobreabundantemente cuando recurrimos a su misericordia...". San Clemente de Roma, Carta a los Corintios, 19.