“He venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!” El Señor quiere que seamos vigilantes, esperando de un momento a otro la venida del Salvador... Pero como el provecho es poco y débil el mérito cuando es el temor al suplicio lo que nos aparta del camino errado, porque el amor tiene un valor superior, por esto el Señor mismo.....inflama nuestro deseo de Dios cuando dice: “He venido a prender fuego en el mundo “. Desde luego no un fuego que destruye, sino aquel que genera una voluntad dispuesta, aquel que purifica los vasos de oro de la casa del Señor, consumiendo la paja (1 Cor 13,12ss) limpiando toda ganga del mundo, acumulada por el gusto de los placeres mundanos, obra de la carne que tiene que perecer. San Ambrosio de Milan, Tratado sobre San Lucas, 7: 131.