“La Iglesia católica, instruida por el Espíritu Santo, ha enseñado, basada en la Sagrada Escritura y en la tradición antigua de los Padres, en sus concilios y más recientemente en este sínodo ecuménico, que el purgatorio existe, y que las almas allí detenidas, son socorridas por las oraciones de los fieles y sobre todo por el sacrificio aceptable del altar”. Papa Pío IV, Concilio de Trento, sesión 25, 3 a 4 de diciembre de 1563.