Non nobis, Domine, non nobis, sed nomine tuo da gloriam. Psal 113, 9

martes, 10 de enero de 2012

Producid el fruto que la conversión pide

"Sobre nuestro siglo pende la amenaza de una gran ira: todo el mundo deberá sufrir la ira de Dios. La ira de Dios provocará la subversión de la inmensidad del cielo, de la extensión de la tierra, de las constelaciones estelares, del resplandor del sol y de la nocturna serenidad de la luna. Y todo esto sucederá por culpa de los pecados de los hombres. En todo tiempo, es verdad, la cólera de Dios se desencadenó únicamente sobre la tierra, porque todos los vivientes de la tierra se habían corrompido en su proceder; ahora, en cambio, la ira de Dios va a descargar sobre el cielo y la tierra: los cielos perecerán, tú permaneces –se dirige a Dios–, se gastarán como la ropa. Considerad la calidad y la extensión de la ira que va a consumir el mundo entero y a castigar a cuantos son dignos de castigo: no le va a faltar materia en que ejercerse. Cada uno de nosotros suministramos con nuestra conducta materia a la ira. Dice, en efecto, san Pablo a los Romanos: Con la dureza de tu corazón impenitente te estás almacenando castigos para el día del castigo, cuando se revelará el justo juicio de Dios".  Orígenes, Homilía 22 sobre el Evangelio de san Lucas.