“La oración es, por esencia, el comercio y la unión del hombre con Dios; por su eficacia es la conservación del mundo, la reconciliación con Dios, la madre y, al mismo tiempo, la hija de las lágrimas, una expiación de los pecados, un baluarte contra las tentaciones, el muro de separación de las calamidades, la aniquilación de las guerras, una obra de ángeles, el alimento de todos los seres incorpóreos, la alegría del futuro, una acción sin fin, la fuente de las virtudes, el venero de los dones de la gracia, un progreso continuo invisible…”. San Juan Clímaco.