“Con fe sincera, demos testimonio de una vida coherente con la doctrina, mostremos una gran benevolencia para con los pobres y preocupémonos en serio de los indigentes; cuidémonos de los intereses del espíritu y no indaguemos más de lo necesario. Estas son las riquezas, esta es la especulación, este el tesoro inexhaurible, si transferimos todos nuestros bienes al cielo, y, libres de temor, confiamos plenamente en la seguridad de nuestro depósito. Que todos nosotros, después de haber vivido esta vida según su voluntad, podamos conseguir el gozo eterno, preparado para los que obtienen la salvación, por la gracia y la misericordia del verdadero Dios y Salvador nuestro Jesucristo, de quien es la gloria y el imperio junto con el Padre y su santísimo Espíritu por los siglos de los siglos. Amén”. San Juan Crisóstomo, Homilía sobre la primera carta a los Corintios 11, 19.
sábado, 29 de junio de 2013
jueves, 27 de junio de 2013
Buscar la honra y gloria de Dios
“Y este es el índice para que el alma pueda conocer con claridad si ama a Dios o no, con amor puro. Si le ama, su corazón no se centrará en sí misma, ni estará atenta a conseguir sus gustos y conveniencias. Se dedicará a buscar la honra y gloria de Dios y a darle gusto a Él. Cuanto más tiene corazón para sí misma menos lo tiene para Dios”. San Juan de la Cruz, O.C.D., Cántico espiritual, 9, 5.
martes, 25 de junio de 2013
Tradición, enseñanzas y fe de la Iglesia
“Tomemos nota que la tradición, enseñanzas, y fe de la Iglesia Católica que desde el principio el Señor proporcionó, fue predicada por los Apóstoles, y preservada por los Padres. Este fue el fundamento de la Iglesia; y si alguien se aparta de esto, éste no es, ni debe ser llamado Cristiano”. San Atanasio, Carta a Serapión de Thmuis.
domingo, 23 de junio de 2013
Distracciones durante la oración
“Si tú tienes muchas distracciones durante la oración, puede ser que al diablo le moleste mucho esa oración”. San Alfonso Mª de Ligorio, Tratado de la oración.
viernes, 21 de junio de 2013
Confiar solamente en Dios
Para mostraros el poder de la oración y las gracias que del cielo nos alcanza, os diré que por la oración es como los justos han tenido la dicha de perseverar. La oración es para nuestra alma lo que la lluvia para el cielo. Abonad un campo cuanto os plazca; si falta la lluvia, de nada os servirá cuanto hayáis hecho. Así también, practicad cuantas obras os parezcan bien; si no oráis debidamente y con frecuencia,nunca alcanzareis vuestra salvación; pues la oración abre los ojos del alma, hácele sentir la magnitud de su miseria, la necesidad de recurrir a Dios y de temer su propia debilidad. El cristiano confía solamente en Dios; nada espera de sí mismo. Sí, por la oración es como perseveraron los justos. Era la oración lo que inflamaba sus corazones con el pensamiento de la presencia de Dios, con el deseo de agradarle y de no servir más que a Él. Mirad a Magdalena; ¿en qué se ocupa después de su conversión? ¿No es por ventura en la oración? Mirad a San Pedro; mirad aún a San Luis, rey de Francia, quien, en sus viajes, en vez de pasar la noche durmiendo en su lecho, pasábala en una iglesia orando y pidiendo a Dios el don precioso de perseverar en su gracia. Mas, sin ir tan lejos, ¿no observamos nosotros mismos cómo, a medida que descuidamos la oración, vamos perdiendo el gusto por las cosas el cielo? No pensamos más que en la tierra: pero, si reanudamos nuestra oración, sentimos renacer también en nosotros el pensamiento y el deseo de las cosas del cielo. Cuando tenemos la dicha de estar en gracia de Dios, o bien recurriremos a la oración, o podemos tener la certeza de no perseverar largo tiempo en el camino del cielo”. Santo Cura de Ars, Sermón sobre la oración.
miércoles, 19 de junio de 2013
Oración para pedir sabiduría
“Concédeme, Dios misericordioso, el poder desear con fervor aquello que tú apruebas, buscarlo con prudencia, reconocerlo con verdad, cumplirlo con perfección, para alabanza y gloria de tu nombre. Pon orden en mi vida, y concédeme cumplir con lo que tú quieras que yo haga, como se deba hacer y de la manera más útil para mi alma. Déjame ir hacia ti, Señor, por un camino seguro, recto, agradable y que me lleve hasta la meta, un camino que no se pierda entre las prosperidades y las adversidades, para que yo te agradezca la prosperidad y que en la adversidad tenga paciencia, no dejando que las primeras me exalten, ni las segundas me venzan. Que nada me alegre, ni me entristezca, más allá de lo que me lleve hacia ti, allá donde quiero llegar. Que no desee ni tema no agradarle a nadie que no seas tú. Que todo lo perecedero se vuelva vil ante mis ojos por ti, Señor, y que todo aquello que te toque sea amado por mí, pero tú, mi Dios, lo serás más que todo... Que yo no desee nada más que no seas tú... Concédeme, Señor Dios, una inteligencia que te conozca, una complacencia que te busque, una sabiduría que te encuentre, una vida que te complazca, una perseverancia que te espere con confianza y una confianza que, al final, te posea. Concédeme estar afligido de tus penas por la penitencia, usar el camino de tus favores para la gracia, regocijarme de tus alegrías, sobre todo en la patria para la gloria. Tú que, siendo Dios, vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén”. Santo Tomás de Aquino, O.P., Oración para pedir sabiduría.
lunes, 17 de junio de 2013
El lazo que une a los hermanos
“La caridad es el lazo que une a los hermanos, el cimiento de la paz, la trabazón que da firmeza a la unidad... Quítale, sin embargo, la paciencia, y quedará devastada; quítale el jugo del sufrimiento y de la resignación, y perderá las raíces y el vigor”. San Cipriano, Del bien de la paciencia, 15.
sábado, 15 de junio de 2013
Escuchad la voz del pastor
“No os descarriéis entre la niebla, escuchad más bien la voz del pastor. Retiraos a los montes de las Santas Escrituras, allí encontraréis las delicias de vuestro corazón, nada hallaréis allí que os pueda envenenar o dañar, pues ricos son los pastizales que allí se encuentran”. San Agustín, Sermón 46 sobre los pastores.
jueves, 13 de junio de 2013
Esperanza en la ayuda de Dios
“Todos deben tener firme esperanza en la ayuda de Dios. Porque si somos
fieles a la gracia, de la misma manera como Dios ha comenzado en nosotros la
obra de nuestra salvación, la llevará a cabo, obrando en nosotros el
querer y el obrar (Flp 2, 13)”. Concilio de
Trento, Decreto sobre la justificación, cap. 13.
martes, 11 de junio de 2013
Amarnos como Dios nos ama
“El que ama a su prójimo con un amor espiritual ¿qué amará en él sino a Dios? Este amor es el que el Señor quiere separar del amor puramente natural cuando añade: “Como yo os he amado”. ¿Qué es lo que él ha amado en nosotros sino a Dios? No a Dios tal como ya lo poseemos, sino tal como él quiere que le poseamos cuando dice: "Dios será todo en todos”. El médico ama a sus enfermos por la salud que les quiere dar, no por su enfermedad. “Como yo os he amado, amaos los unos a los otros”. Es por eso que nos ha amado: para que nosotros también sepamos amarnos los unos a los otros”. San Agustín de Hipona, Sermón sobre el Evangelio de Juan, 65.
domingo, 9 de junio de 2013
Bebamos en las fuentes del Señor
“Lleguemos al Señor; bebamos de su fuente; apacentémonos en sus prados; amémosle. Sacaréis aguas que beber de las fuentes del Salvador, dice Isaías (cf. Is 12,3). Refrescaréis vuestras llagas; lavaréis lo podrido; beberéis de aquella agua suavísima que da vida; y si os halláredes fatigados, tiene Dios unos montes muy altos, que da el sol en el lado de ellos, y de la otra parte hace sombra y frescura. Sentaos a la sombra. […]. Da en aquellos montes el sol de justicia, y por la otra parte hace sombra el sol de misericordia. Miraré al Cordero sin mancilla, miraré aquel Dios omnipotente, que por nosotros, sin deber nada, quiso ser azotado y escarnecido, y sobre todos sus trabajos y angustias, crucificado. Me sentaré yo a esta sombra. Miraré las frescuras de ella; miraré las esperanzas y consuelos que hay en ella para pasar mi camino y refrigerando mis llagas, rociando mis pasiones, consolándome con el desconsuelo que por mí el Señor pasó, y mirando que mi pastor, sólo por sacar mi ánima de entre la espinas, porque no me espinase, quiso Él entrar en ellas y espinarse. Debajo de la sombra me asentaré y allí descansaré para ir tras mi pastor”. San Juan de Ávila, Sermón 15.
viernes, 7 de junio de 2013
Sin la fe es imposible a agradar a Dios
“Para llevar una vida espiritual, que nos es común con los ángeles y los espíritus celestes y divinos, ya que ellos y nosotros hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, es necesario el pan de la gracia del Espíritu Santo y de la caridad de Dios. Pero la gracia y la caridad son imposibles sin la fe, ya que sin la fe es imposible a agradar a Dios. Y esta fe se origina necesariamente de la predicación de la palabra de Dios: La fe nace del mensaje y el mensaje consiste en hablar de Cristo. Por tanto, la predicación de la palabra de Dios es necesaria para la vida espiritual, como la siembra es necesaria para la vida del cuerpo”. San Lorenzo de Brindis O.F.M. Cap., Sermón de Cuaresma, 2. 2
miércoles, 5 de junio de 2013
Espíritu de paz
“El Espíritu de Dios es espíritu de paz; incluso cuando pecamos gravemente, nos hace percibir un dolor tranquilo, humilde y confiado, debido precisamente a su misericordia. Por el contrario, el espíritu el mal, excita, exaspera, y nos hace experimentar, cuando faltamos, una especie de cólera contra nosotros; y sin embargo, es hacia nosotros mismos que deberíamos ejercer la primera de las caridades. Pues, cuando tú estás atormentado por ciertos pensamientos, esta agitación no proviene de Dios, sino del demonio; pues Dios, por ser espíritu de paz, te da la serenidad”. P. Pío de Pietrelcina, O.F.M.Cap.
lunes, 3 de junio de 2013
Reunidos en común
“Poned empeño en reuniros más frecuentemente para celebrar la Eucaristía de Dios y glorificarle. Porque cuando frecuentemente os reunís en común, queda destruido el poder de Satanás, y por la concordia de vuestra fe queda aniquilado su poder destructor. Nada hay más precioso que la paz, por la cual se desbarata la guerra de las potestades celestes y terrestres. Nada de todo esto se os oculta a vosotros si poseéis de manera perfecta la fe en Cristo y la caridad, que son principio y término de la vida. La fe es el principio, la caridad es el término. Las dos, trabadas en unidad, son Dios, y todas las virtudes morales se siguen de ellas. Nadie que proclama la fe peca, y nadie que posee la caridad odia. El árbol se manifiesta por sus frutos. Así, los que se profesan ser de Cristo, se pondrán de manifiesto por sus obras”. San Ignacio de Antioquía, Carta a los Efesios, 14.
sábado, 1 de junio de 2013
Que nos encuentre en vela...
“¡Cuán dichosos son los criados a quienes el Señor, al llegar, los encuentra en vela! Feliz aquella vigilia en la cual se espera al mismo Dios y Creador del universo, que todo lo llena y todo lo supera. ¡Ojalá se dignara el Señor despertarme del sueño de mi desidia, a mí, que, aun siendo vil, soy su siervo! ¡Ojalá me inflamara en el deseo de su amor inconmensurable y me encendiera con el fuego de su divina caridad!; resplandeciente con ella, brillaría más que los astros, y todo mi interior ardería continuamente con este divino fuego. ¡Ojalá mis méritos fueran tan abundantes que mi lámpara ardiera sin cesar, durante la noche, en el templo de mi Señor e iluminara a cuantos penetran en la casa de mi Dios! (cf Mt 5,15) Concédeme, Señor, te lo suplico en nombre de Jesucristo, tu Hijo y mi Dios, un amor que nunca mengüe, para que con él brille siempre mi lámpara y no se apague nunca, y sus llamas sean para mí fuego ardiente y para los demás luz brillante”. San Columbano Abad, Instrucción 12, sobre la compunción, 2.
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