"Y Jesucristo era despreciado y cubierto de ignominia cuando pendía de la cruz, y su rostro fue velado y deshonrado, a fin de que el poder divino se ocultase bajo el cuerpo humano". San Jerónimo, sup. Isaias, cap. 53.
Non nobis, Domine, non nobis, sed nomine tuo da gloriam. Psal 113, 9