Hermanos, hay un tiempo para la siembra y otro para la cosecha, un tiempo para la paz y otro para la guerra, un tiempo para estar ocupado y otro para el recreo (cf Coh 3). Pero para la salvación del alma, cualquier tiempo es propicio, cualquier día es favorable, si es que lo queremos. Así pues, estemos siempre en movimiento hacia el bien, prontos a movernos, llenos de frescor, poniendo por acto las palabras. “Porque, dice el apóstol Pablo, los justos delante de Dios no son los que escuchan la ley, sino los que la ponen en práctica , y éstos serán justificados” (Rm 2,13)… ¿Es este el tiempo de la guerra espiritual? Es necesario combatir con ardor y perseguir, con la ayuda de Dios, los pensamientos demoníacos que se levantan dentro de nosotros…; si, por el contrario, es llegado el tiempo de la cosecha espiritual, es preciso recoger con ardor y juntar en los graneros espirituales las provisiones de la vida eterna… San Teodoro el Estudita, Pequeñas Catequesis, nº 130.