"Si siempre nos sucedieran desgracias, ¿quién las podría sostener? Si siempre prosperidades, ¿quién no confiaría demasiado? Pero aquella sabiduría tan próbida que todo lo gobierna, con tal templanza va alterando el curso de la vida temporal de sus escogidos con lo uno y con lo otro, que ni las adversidades los quebranten, más agradables después de aquellas, y aquellas se hacen con estas más tolerables". San Bernardo, Epístola 136.
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