"Para estar espiritualmente unidos a Cristo, nuestro Salvador, y tener un alma pura, no es, pues, inútil, antes muy necesario y hemos de tomarlo muy a pecho, librarnos de nuestras miserias y evitar el pecado; en una palabra, mantener nuestra alma alejada de todo lo que pudiera contaminarla. De este modo, libres de todo culpable remordimiento, podremos acercarnos dignamente a la comunión". San Cirilo de Alejandría, Homilía pascual 19, 2.