"Es una cosa arriesgada y peligrosa que un hombre juzgue a otro; cada uno debe estar atento a abstenerse de este pecado. Porque el que es la Verdad dijo: "Con la medida con la que midáis, seréis medidos". Si eres muy misericordioso, encontrarás gran misericordia; si lo eres poco, encontrarás allí poco; si no tienes misericordia, tampoco la encontrarás allí para ti. Debemos probar y ejercer esta misericordia interiormente, en su voluntad profunda, de tal modo que sientas una compasión profunda y sincera por tu prójimo, siempre que lo veas sufrir, y que le pidas a Dios de todo corazón que le consuele.
Si puedes socorrerlo exteriormente, con algún consejo o algún donativo, con palabras o con obras, lo harás en la medida de lo posible. Si no puedes hacer mucho, haz sin embargo algo, sea una obra de misericordia interior o exterior: dile por lo menos, una buena palabra. De este modo, cumples con lo que le debes, y encontrarás a un Dios misericordioso". Juan Taulero, Primer Sermón para el IV domingo después de la Trinidad.