"El Señor fue flagelado, y nadie le ayudó; fue afeado con salivas, y nadie le amparó; fue coronado de espinas, y nadie le protegió; fue crucificado, y nadie le desclavó". San Agustín, Comentario al Salmo 21, 2, 8.
Non nobis, Domine, non nobis, sed nomine tuo da gloriam. Psal 113, 9