"¿Quién se asemeja a ti, mi Señor Jesucristo, mi dulce amor, altísimo e inmenso, y que te fijas en los humildes? ¿Quién se asemeja a ti entre los poderosos, Señor, tú que escoges lo más débil del mundo? Quién como tú, que formaste el cielo y la tierra...,
¿Y quién quiere encontrar tus delicias con los niños de los hombres? ¿Cuál es tu grandeza, Oh Rey de reyes y Señor de los señores? ¿Tú que mandas a los astros y que acercas tu corazón al hombre? ¿Quién eres, tú que tienes a tu derecha las riquezas y la gloria?... ¿Oh amor, hasta dónde inclinas tu majestad? ¿Amor a dónde conduces la fuente de la sabiduría? Ciertamente hasta el abismo de la miseria...
"Ven, ven, ven ": vengo, vengo, vengo a ti, Jesús amadísimo, tu al que amé, al que busqué, al que deseé. A causa de tu dulzura, a causa de tu compasión y a causa de tu caridad, queriéndote con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi fuerza, me rindo a tu llamada". Santa Gertrudis de Helfta, Ejercicios, n°3.