Non nobis, Domine, non nobis, sed nomine tuo da gloriam. Psal 113, 9

lunes, 23 de marzo de 2015

Misericordia

El primer mandamiento y el mayor, el fundamento de la Ley y de los profetas (Mt 22,40) es el amor que, según mi parecer, da la mayor prueba de sí mismo en el amor a los pobres, en la ternura y la compasión por el prójimo. Nada honra tanto a Dios como la misericordia porque nade se le asemeja tanto. “La justicia y el derecho sostienen su trono...” (Sal 88,15) Prefiere la misericordia al juicio (Os 6,6). Nada como la benevolencia hacia los hombres atrae tanto la benevolencia de Dios, amigo de los hombres. (Sap 1,6) Su recompensa es justa, mide con la medida de la misericordia. 
Hay que abrir nuestro corazón a todos los pobres, a todos los desgraciados, sea cual fuera su sufrimiento. Este es el sentido del mandamiento que nos exhorta a “alegrarnos con los que están alegres y entristecernos con los que lloran.” (Rm 12,15) Siendo nosotros también humanos, ¿no nos conviene ser misericordiosos con nuestros semejantes?  San Gregorio Nacianceno, Del amor a los pobres, 4-6.