"Nuestro Señor mismo nos enseña lo que debemos hacer para que nuestro interior se convierta en una casa de oración, porque el hombre es verdaderamente un templo consagrado a Dios. Primero debemos echar de él a todos los vendedores, es decir, las imágenes y representaciones de los bienes creados y todo lo que significa satisfacción en las criaturas y gozos de la voluntad propia. Luego, hay que limpiar y purificar el templo con lágrimas. No todos los templos son santos por el mero hecho de ser casas habitables. Es Dios quien los santifica. Aquí se trata del templo amado por Dios, donde Dios se manifiesta de verdad si está purificado. ¿Cómo podría Dios morar en el alma si no ha puesto su pensamiento, por breve que sea, en Dios? ¿No será porque está abarrotada de otras cosas?". Beato Juan Taulero O.P., Sermón 69.
martes, 29 de noviembre de 2011
domingo, 27 de noviembre de 2011
Santa María Madre de Dios, Virgen hecha Iglesia
"Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María, que eres Virgen hecha Iglesia y elegida por el santísimo Padre del cielo, a la cual consagró Él con su santísimo amado Hijo y el Espíritu Santo Paráclito, en la cual estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien". San Francisco de Asís, Saludo a la Bienaventurada Virgen María.
viernes, 25 de noviembre de 2011
El obispo debe ser un servidor
"El obispo, que está a vuestra cabeza, es vuestro servidor... Que el Señor nos otorgue, pues, con la ayuda de vuestras oraciones, ser y permanecer hasta el final siendo aquello que queréis que seamos...; que nos ayude a cumplir lo que nos ha sido encargado. Pero que lo que somos, no coloque en nosotros vuestra esperanza. Me permito deciros esto en calidad de obispo: quiero expresar nuestra satisfacción por vosotros y no henchirme de orgullo... Hablo ahora al pueblo de Dios en nombre de Cristo, hablo en la Iglesia de Dios, hablo como pobre siervo de Dios: no pongáis vuestra esperanza en nosotros, no pongáis vuestra esperanza en los hombres. ¿Somos buenos? Somos servidores. ¿Somos malos? Seguimos siendo servidores. Pero los buenos, los fieles servidores son los verdaderos servidores. ¿Cuál es nuestro servicio? Prestad atención: Si tenéis hambre y no os alimentamos, somos unos ingratos, observad de qué bodega sacamos las provisiones; pero en qué plato se sirve aquello de lo que tenéis avidez de comer, no lo miréis. «En una gran casa, no hay sólo vajilla de oro y plata, hay también vajilla de arcilla» (2Tm 2,20). ¿Acaso vuestro obispo es similar a un plato de dinero, un plato de oro, un plato de arcilla? Mirad si este plato contiene pan, y de quién procede este pan, y quién me lo da para que os lo sirva. Observad quién es aquel del que yo hablo, que me da el pan que se os sirve. Él es el pan: "Yo soy el pan vivo, bajado del cielo" (Jn 6,51). Servimos a Cristo, en lugar de Cristo..., para que él pueda llegar a vosotros y sea el juez de nuestro ministerio". San Agustín, de Hipona, Sermón para la Ordenación de un obispo, 3, 9.
miércoles, 23 de noviembre de 2011
Administrar bien los dones de Dios
"No consintamos, hermanos y amigos míos, en administrar de mala manera lo que, por don divino, se nos ha concedido, para que no tengamos que escuchar aquellas palabras: «Avergonzaos, vosotros, que retenéis lo ajeno, proponeos la imitación de la equidad de Dios y nadie será pobre.» No nos dediquemos a acumular y guardar dinero, mientras otros tienen que luchar en medio de la pobreza, para no merecer el ataque acerbo y amenazador de la palabras del profeta Amós: «Escuchad, los que decís: ¿cuándo pasará la luna nueva para vender el trigo, y el sábado para ofrecer el grano?» (Lc 8,5)... Imitemos aquella suprema y primordial ley de Dios, que hace llover sobre los justos y los pecadores, y hace salir igualmente el sol para todos (Mt 5,45); que pone la tierra, las fuentes, los ríos y los bosques a disposición de todos sus habitantes; el aire se lo entrega a las aves, y el agua a los que viven en ella, y a todos da con abundancia, los subsidios para su existencia, sin que haya autoridad de nadie que los detenga, ni ley que los circunscriba, ni fronteras que los separen; se lo entregó todo en común, con amplitud y abundancia, y sin deficiencia alguna. Así enaltece la uniforme dignidad de la naturaleza con la igualdad de sus dones, y pone de manifiesto las riquezas de su benignidad". San Gregorio Nacianceno, Sermón 14, sobre el amor a los pobres, 24-25.
lunes, 21 de noviembre de 2011
Dos amores construyeron dos ciudades
"Dos amores construyeron dos ciudades: el amor propio hasta el desprecio a Dios hizo la ciudad terrena; el amor de Dios hasta el desprecio de si mismo, la ciudad del cielo. La una se glorifica a sí misma, la otra se glorifica en el Señor. Una busca la gloria que viene de los hombres (Jn 5,44), la otra tiene su gloria en Dios, testigo de su conciencia. Una, hinchada de vana gloria, levanta la cabeza, la otra dice a su Dios: «Tú eres mi gloria, me haces salir vencedor...» (cf Sal 3,4) En una, los príncipes son dominados por la pasión de dominar sobre los hombres y sobre las naciones conquistadas, en la otra todos son servidores del prójimo en la caridad, los jefes velando por el bien de sus subordinados y éstos obedeciéndoles. La primera, en la persona de los poderosos, se admira de su propia fuerza, la otra dice a su Dios: «Te amo, Señor, tú eres mi fortaleza.» (Sal 17,2) En la primera, los sabios llevan una vida mundana, no buscando más que las satisfacciones del cuerpo o del espíritu o las dos a la vez: «...habiendo conocido a Dios, no lo han glorificado, ni le han dado gracias, sino que han puesto sus pensamientos en cosas sin valor y se ha oscurecido su insensato corazón...han cambiado la verdad de Dios por la mentira.» (cf Rm 1,21-25) En la ciudad de Dios, en cambio, toda la sabiduría del hombre se encuentra en la piedad que da culto al verdadero Dios, un culto legítimo y que espera como recompensa, en la comunión de los santos, no solamente de los hombres sino también de los ángeles, «que Dios sea todo en todos.» (1Cor 15,28)". San Agustín de Hipona, La Ciudad de Dios 14,28 .
sábado, 19 de noviembre de 2011
Recibamos a Cristo en la Eucaristía
"Recibamos a Cristo en la Eucaristía, como lo hizo Zaqueo, el buen publicano... como deseaba ver a Cristo y como era bajo de estatura, se subió a un árbol, y el Señor al ver su devoción lo llamó, le dijo que bajara del árbol y que quería hospedarse en su casa, Zaqueo se apresuró y bajó, y con mucho gusto le recibió en su casa. Pero no sólo se contentó con recibirlo alegremente, fruto de un encuentro superficial..., lo demostró con sus obras virtuosas. Se comprometió a devolver enseguida a todos, sin esperar a mañana, lo que no era suyo, y a dar la mitad de sus bienes a los pobres y si había defraudado a alguno, restituírlo cuatro veces más. Con la misma rapidez, espontaneidad, y alegría; la misma alegría espiritual, con la que le recibió este hombre en su casa, que nuestro Señor, nos conceda la gracia de recibir su Santísimo Cuerpo y Sangre, su Alma y su Divinidad todopoderosa tanto, en nuestro cuerpo, como en nuestra alma, y que el fruto de nuestras buenas obras, pueden dar testimonio de que lo recibimos dignamente, con una fe plena, y un propósito estable de vida buena, que se impone a aquellos que comulgan. Entonces Dios,... nos dirá, como le dijo a Zaqueo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa» (Lc 19,9)". Santo Tomás Moro, Tratado para recibir el Cuerpo de nuestro Señor.
jueves, 17 de noviembre de 2011
La reverencia en la oración
"Si cuando queremos sugerir algo a hombres poderosos, no osamos hacerlo sino con humildad y reverencia, con cuánta mayor razón se ha de suplicar al Señor Dios de todas las cosas con toda humildad y pura devoción. Y sepamos que seremos escuchados, no por hablar mucho, sino por la pureza de corazón y compunción de lágrimas. Por eso la oración debe ser breve y pura, a no ser que se prolongue por un afecto inspirado por la gracia divina. pero en comunidad abréviese la oración en lo posible, y cuando el superior dé la señal, levántense todos juntos". San Benito, Regla, Capítulo 20.
martes, 15 de noviembre de 2011
La virtud con el ejercicio persevera
“Los pescadores de peces son hechos pescadores de hombres, de una faena pasan a otra faena, porque el trabajo acostumbrado desconoce el decaimiento. Todo lo que se acostumbra no cansa; la virtud con el ejercicio persevera. Por esta razón quiso Cristo a los Apóstoles ejercitados en humanos padecimientos, para hacerlos infatigables en los divinos. Quiso Dios asegurarles la fortaleza, por el ejercicio infundirles virtud, y ya que el fruto nace del trabajar, no quiso quitarles el trabajo, sino mudárselo”. San Pedro Crisólogo, Sermón 47.
domingo, 13 de noviembre de 2011
Una visión del infierno
"Sacrificaos por los pecadores y decid muchas veces, y especialmente cuando hagáis un sacrificio: “¡Oh, Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María!”. Al decir estas últimas palabras abrió de nuevo las manos como los meses anteriores. El reflejo parecía penetrar en la tierra y vimos como un mar de fuego y sumergidos en este fuego los demonios y las almas como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, de forma humana, que fluctuaban en el incendio llevadas por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo, cayendo hacia todo los lados, semejante a la caída de pavesas en grandes incendios, pero sin peso ni equilibrio, entre gritos y lamentos de dolor y desesperación que horrorizaban y hacían estremecer de pavor. (Debía ser a la vista de eso que di un “ay” que dicen haber oído.) Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes como negros tizones en brasa. Asustados y como pidiendo socorro levantamos la vista a Nuestra Señora, que nos dijo con bondad y tristeza:
–Habéis visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacen lo que yo os digo se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra terminará pero si no dejan de ofender a Dios en el reinado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando viereis una noche alumbrada por una luz desconocida sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes por medio de la guerra, del hambre, de la persecución de la Iglesia y del Santo Padre. Para impedir eso vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora de los primeros sábados. Si atendieran mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones de la Iglesia: los buenos serán martirizados; el Santo Padre tendrá que sufrir mucho; varias naciones serán aniquiladas. Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz. En Portugal el dogma de la fe se conservará siempre, etc. (Aquí comienza la tercer parte del secreto, escrita por Lucía entre el 22 de diciembre de 1943 y el 9 de enero de 1944.) Esto no lo digáis a nadie. A Francisco sí podéis decírselo.
–Cuando recéis el rosario, decid después de cada misterio: “Jesús mío, perdona nuestras culpas, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo, especialmente las más necesitadas de tu misericordia". Mensaje de la Virgen de Fátima.
viernes, 11 de noviembre de 2011
La gracia de la devoción
"Hijo, lo más útil y seguro para ti es mantener oculta la gracia de la devoción y no sobreestimarte, ni hablar mucho de ella, ni ponderarla demasiado, sino más bien considerar lo que vales y temer porque se te ha dado sin merecerla. No está bien apegarse tenazmente a estos sentimientos porque muy pronto pueden cambiarse en contrarios. Piensa en la gracia, qué miserable e impotente estás sin la gracia. No consiste el aprovechamiento en la vida espiritual en tener la gracia de las consolaciones sino que con humildad y paciente abnegación soportes que ella se te quite de manera que entonces no descuides el esfuerzo de la oración ni dejes del todo las demás buenas obras que acostumbras realizar, sino que como mejor puedas y entiendas realices con buena voluntad lo que esté de tu parte sin descuidarlo totalmente por la aridez o ansiedad mental que sientes.
Hay muchos que se vuelven de pronto impacientes o desganados cuando las cosas no suceden como quieren. No está siempre en poder del hombre su camino (Jr 10,23) sino que es propio de Dios dar y consolar, cuando quiere, en la medida que quiere y a quien quiere, según su deseo, y eso es todo". Tomás de Kempis, Imitación de Cristo, Libro III, Cap. VII, 1-2.
miércoles, 9 de noviembre de 2011
Los instrumentos del diablo
"Cierto día, el diablo decidió retirarse de los negocios y rematar todas sus herramientas. La subasta parecía imponente; todas sus armas estaban allí perfectamente exhibidas: el odio, la malicia, la envidia, los celos, el engaño, la sensualidad desmedida...
'Separado del lote principal había un objeto aparentemente inofensivo, con aspecto de haber sido muy utilizado, cuyo precio era muy superior al de todos los demás.
'Alguien le preguntó al diablo:
-¿Cómo se llama este instrumento?
-Desaliento -respondió el diablo.
-¿Por qué su precio es tan alto?
-Porque este instrumento es más útil que cualquier otro. El desaliento puede entrar en la conciencia del ser humano cuando todas las demás herramientas han fallado. Una vez adentro, con esta sola arma puedo llegar a hacer lo que desee con esa persona. Está muy gastada porque la utilizo mucho y con casi todo el mundo. Como muy pocos saben que me pertenece, puedo usarla continuamente para lograr mis propósitos.
'Cuenta esta historia que a pesar de su inmensa utilidad, el precio del desaliento era tan alto que aún sigue siendo propiedad del diablo". Anónimo.
lunes, 7 de noviembre de 2011
El Rostro que perdona
"Jesús está en el centro de todo, él lo asume todo, él soporta todo, él lo sufre todo. Es imposible pegar a alguien sin pegarle a él, humillar a alguien sin humillarlo a él, maldecir o matar a alguien sin maldecirlo o matarlo a él mismo. El más bajo de los criminales tiene que pedir prestado el Rostro de Cristo para recibir una bofetada, de cualquier mano que sea; de otra manera, la bofetada no podría llegar a destino y quedaría en suspenso, en el espacio, por los siglos de los siglos, hasta que encontrase el Rostro que perdona". Leon Bloy, Fragmento.
sábado, 5 de noviembre de 2011
El árbol se conoce por sus frutos
"En la creación, manda Dios a las plantas que lleven sus frutos, cada una según su especie (Gn 1,11); de la misma manera que a los cristianos, plantas vivas de la Iglesia, les manda que produzcan frutos de devoción, cada uno según su condición y estado. De diferente manera han de practicar la devoción el noble y el artesano, el criado y el príncipe, la viuda, la soltera y la casada; y no solamente esto, sino que es menester acomodar la práctica de la devoción a las fuerzas, a los quehaceres y a las obligaciones de cada persona en particular... ¿sería cosa puesta en razón que el obispo quisiera vivir en la soledad, como los cartujos? Y si los casados nada quisieran allegar, como los capuchinos, y el artesano estuviese todo el día en la iglesia, como los religiosos, y el religioso tratase continuamente con toda clase de personas por el bien del prójimo, como lo hace el obispo, ¿no sería esta devoción ridícula, desordenada e insufrible? Sin embargo, este desorden es demasiado frecuente,
No,..., la devoción nada echa a perder, cuando es verdadera; al contrario, todo lo perfecciona, y, cuando es contraria a la vocación de alguno, es, sin la menor duda, falsa. La abeja, dice Aristóteles, saca su miel de las flores sin dañarlas y las deja frescas y enteras, según las encontró; mas la verdadera devoción todavía hace más, porque no sólo no causa perjuicio a vocación ni negocio alguno, sino, antes bien, los adorna y embellece. Las piedras preciosas, introducidas en la miel, se vuelven más relucientes, cada una según su propio color; así también cada uno de nosotros se hace más agradable a Dios en su vocación, cuando la acomoda a la devoción: el gobierno de la familia se hace más amoroso; el amor del marido y de la mujer, más sincero; el servicio del príncipe, más fiel; y todas las ocupaciones, más suaves y amables.
Es un error, y aun una herejía, querer desterrar la vida devota de las compañías de los soldados, del taller de los obreros, de la corte de los príncipes y del hogar de los casados. Es cierto... que la devoción puramente contemplativa, monástica y propia de los religiosos, no puede ser ejercitada en aquellas vocaciones; pero también lo es que, además de estas tres clases de devoción, existen muchas otras, muy a propósito para perfeccionar a los que viven en el siglo". San Francisco de Sales, Introducción a la vida devota, I, cap. 3.
jueves, 3 de noviembre de 2011
Dios te ha buscado antes
"Que toda alma que busca a Dios sepa que Dios la ha buscado antes, es el primero en buscarla... «En mi lecho, por la noche, busqué al amor de mi alma» (cf Ct 3,1). El alma busca al Verbo pero el Verbo la buscó antes... Abandonada a si misma, nuestra alma no sería más que un soplo que se va y no vuelve. ¡Escuchad las quejas y lamentos de aquella que yerra después de haber perdido el rumbo: «Si me extravío como oveja perdida, ven en busca de tu siervo, porque no he olvidado tus mandatos» (Sal 118,176). ¡Oh hombre, quieres volver; si dependiera de tu voluntad únicamente ¿por qué pedirías auxilio?... Es evidente que nuestra alma quiere volver pero no puede. No es más que un soplo errante que por si sólo nunca volvería... ¿De dónde le viene esta voluntad? Le viene porque el Verbo la ha visitado y la ha buscado. Esta búsqueda no ha sido en vano ya que ha suscitado la voluntad sin la cual no hay retorno posible.
No es suficiente que el alma sea buscado una vez. Como languidece y el retorno es demasiado difícil...La voluntad la tengo, dice San Pablo, pero no acabo de hacer el bien, (cf Rm 8,18). ¿Qué es lo que pide, pues, el alma en el salmo citado? Nada más que ser buscada, porque no buscaría sino fuera buscada, no insistiría en la búsqueda sino fuera hallada". San Bernardo de Clairvaux, Sermón 84 sobre el Cantar de los Cantares, 3.
martes, 1 de noviembre de 2011
La humildad y la caridad
"Pecando, el hombre había cubierto su ruta de obstáculos, pero ésta ha sido superada cuando Cristo la pisó con su resurrección e hizo, de un sendero estrecho, una avenida digna de un Rey. La humildad y la caridad son los dos pies que permiten desplazarse con rapidez. Todos somos atraídos por las alturas de la caridad, pero la humildad es el primer escalón que es preciso subir. ¿Por qué levantas el pie más alto que tú mismo? ¿Quieres caer y no subir? Comienza por el primer escalón, es decir por la humildad, y después ella te hará subir.
Por ello nuestro Señor y Salvador no se limitó a decir: "que renuncie a sí mismo», sino que añadió: "que coja su cruz y que me siga «. ¿Qué significa, que coja su cruz? Que soporte todo lo que le es penoso, y así es como llegará a mi casa. Desde que haya comenzado a seguirme, conformándose a mi vida y a mis mandamientos, encontrará en su camino bastante gente que le contradecirá, que tratarán de desviarlo, que no sólo se burlaran de él, sino que le perseguirán. Estas personas no se encuentran únicamente entre los paganos que están fuera de la Iglesia; sino incluso entre los que parecen estar en la Iglesia, si se juzgan externamente...
Por consiguiente, si tú deseas seguir a Cristo, lleva su Cruz sin más demora y sobrelleva a los malvados sin dejarte vencer... «Si alguno quiere caminar en pos de mí, que coja su cruz y que me siga». En consecuencia, si queremos poner esto en práctica, tratemos, con la ayuda de Dios, de hacer nuestra la palabra del apóstol san Pablo: "Si tenemos qué comer y qué vestir, démonos por satisfechos». Es de temer, que si deseamos más bienes terrestres de los que necesitamos, «queriéndonos enriquecer", no «caigamos en la trampa de la tentación, en una multitud de deseos absurdos y peligrosos, que conducen a las personas a la ruina y la perdición» (1Tm 6,8-9). Se digne, el Señor, tomarnos bajo su protección y nos libre de esta tentación". San Cesáreo de Arles, Sermón 159.
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