“Los pescadores de peces son hechos pescadores de hombres, de una faena pasan a otra faena, porque el trabajo acostumbrado desconoce el decaimiento. Todo lo que se acostumbra no cansa; la virtud con el ejercicio persevera. Por esta razón quiso Cristo a los Apóstoles ejercitados en humanos padecimientos, para hacerlos infatigables en los divinos. Quiso Dios asegurarles la fortaleza, por el ejercicio infundirles virtud, y ya que el fruto nace del trabajar, no quiso quitarles el trabajo, sino mudárselo”. San Pedro Crisólogo, Sermón 47.