"Considerando que Cristo es la luz verdadera sin mezcla posible de error alguno, nos damos cuenta de que también nuestra vida ha de estar iluminada con los rayos de la luz verdadera. Los rayos del sol de la justicia son las virtudes que de él emanan para iluminarnos y, obrando en todo a plena luz, nos convirtamos también nosotros en luz y, según es propio de la luz, iluminemos a los demás con nuestras obras". San Gregorio de Nisa, Tratado sobre la ejemplaridad del cristiano.