En efecto, (la tierra entera está llena de juicios temerarios) aquel de quien esperábamos, en el momento menos pensado, súbitamente se convierte y llega a ser el mejor de todos. Aquel, en cambio, en quien tanto habíamos confiado, en el momento menos pensado, cae súbitamente y se convierte en el peor de todos. Ni nuestro temor es constante ni nuestro amor indefectible. San Agustín de Hipona, Sermón sobre los pastores, 46, 27.
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