“Hago una apremiante llamada a la Tierra, llamo a los verdaderos discípulos del Dios que vive y reina en los Cielos, llamo a los verdaderos imitadores de Jesucristo hecho hombre, el único y verdadero salvador de los hombres. Llamo a mis hijos, a mis verdaderos devotos, a los que se me han consagrado a fin de que los conduzca a mi Divino Hijo, los que llevo, por decirlo así, en mis brazos, los que viven de mi espíritu. Finalmente... llamo a los Apóstoles de los Últimos Tiempos, los fieles discípulos de Jesucristo que han vivido en el menosprecio del mundo y de sí mismos, en la pobreza y en la humildad, en la oración y en la mortificación, en la castidad y en la unión con Dios, en el sufrimiento, y desconocidos del mundo. Ya es hora que salgan y vengan a iluminar la Tierra: Id y mostraos como mis hijos queridos. Que vuestro celo os haga por así decir hambrientos de la gloria y honra de Jesucristo. Luchad hijos de la Luz, pequeño número... pues ya está aquí el tiempo de los tiempos, el fin de los fines”. Nuestra Señora de La Salette.
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