Aunque vieras algo malo, no juzguéis al instante a vuestro prójimo, sino más bien excusadle en vuestro interior. Excusad la intención, si no es posible excusar la acción. Pensad que lo habrá hecho por ignorancia, o por sorpresa, o por desgracia. Si la cosa es tan clara que no podéis disimularla, aún entonces creedlo así, y decid para vuestros adentros, la tentación habrá sido muy fuerte… San bernardo de Claraval, Sermón sobre el Cantar de los Cantares, 40.
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