"Ni la cantidad, ni la calidad de los males que hemos cometido nos hagan vacilar en la certeza de la esperanza. Aumenta mucho nuestra confianza el hecho del buen ladrón, el cual no era bueno sino ladrón. Pensad bien cuan incomprensibles son en Dios las entrañas de misericordia. Este ladrón, que había sido preso en el camino con sus manos manchadas en sangre, fue colgado en el patíbulo de la cruz; en el confesó, en el fue sanado y en el merecio oir: Hoy estaras conmigo en el paraíso. ¿Que significa esto? ¡Quien podrá explicar debidamente la bondad de Dios! En vez de recibir la pena debida por nuestros crímenes, recibimos los premios prometidos a la virtud. El Señor ha permitido que sus elegidos incurran en algunas faltas para dar esperanza de perdón a otros que yacen agobiados bajo el peso de sus culpas, si acuden a Dios con todo su corazón, y ademas les abre el camino de la piedad por medio de los gemidos de la penitencia". San Gregorio Magno, Homilía 20 sobre los Evangelios.
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