"Cuando conozcas a Dios tal cual es, tendrás un cuerpo inmortal e incorruptible como el alma, y poseerás el Reino de los cielos. Puesto que, durante la vida terrestre, has reconocido al Rey celestial, serás el familiar de Dios y el coheredero de Cristo, y no más esclavo de las pasiones, de las codicias y de las enfermedades". San Hipólito, Refutacion de todas las herejias, libro 10, 33-34.
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