- Ignacio a Javier:
"Te quiero siervo de Dios,
!pero sin jugar al santo!...
Lo has de ser con menos brío:
cuando mucho suena el río
es porque hay piedras en él.
Virtud que se paladea,
apenas si es ya virtud.
No hay virtud más eminente
que el hacer sencillamente
lo que tenemos que hacer.
El encanto de las rosas
es que, siendo tan hermosas,
no conocen lo que son.
José María Pemán, "El Divino Impaciente".