“… todos los daños que el alma recibe nacen de los enemigos ya dichos, que son: mundo, demonio y carne. El mundo es el enemigo menos dificultoso: el demonio es más oscuro de entender; pero la carne es más tenaz que todos, y duran sus acometimientos mientras dura el hombre viejo. Para vencer a uno de estos enemigos es menester vencerlos a todos tres; y enflaquecido uno, se enflaquecen los otros dos, y vencidos todos tres, no le queda al alma más guerra”. San Juan de la Cruz, O.C.D., Cautelas, n° 2 y 3.