“Lo que sí es cierto y dogma de fe es que podemos socorrer con nuestros sufragios y sobre todo con nuestras oraciones a aquellas almas santas. La Iglesia alaba estas plegarias y ella misma va delante con su ejemplo. Siendo esto así, no sé cómo puede excusarse de culpa aquel que pasa mucho tiempo sin ayudarlas en algo, al menos con sus oraciones”. San Alfonso María de Ligorio, El Gran medio de la Oración, III.