“Gran nobleza de espíritu supone interceder por los que confiesan su culpa para que se les perdone. Mayor aún, rogar humildemente por los que todavía no la han reconocido, para que la reconozcan. Por aquellos, sobre todo, que, por vergüenza o por afecto al mal cometido, no confiesan su pecado”. Guigo II, 5° Prior de la Cartuja, Pensamientos, cap. IV, n° 46.