“Hay que tener en cuenta, principalmente, que el fruto que de la santa Misa perciben los hombres aprovecha mucho más a los que viven todavía que a los difuntos, ya que a los vivos, bien animados y dispuestos, se les aplica de una manera más directa, más cierta y más abundante que a los difuntos”. Benedicto XV, Epist. De sodalitate a bona norte, del 31 de mayo de 1921.