Oh Dios, a quien todos los corazones están abiertos,
para quien todo deseo es elocuente
y ante quien nada secreto está oculto;
purifica los pensamientos de mi corazón,
y derrama tu Espíritu,
para que yo pueda amarte con amor perfecto
y alabarte como tú mereces. Amén.
De “La Nube del No-Saber”.
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